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Macarra chic

Ha bastado un asunto menor como la relación de Gibraltar con España y la UE para que Inglaterra, haya mostrado una cara matona, chulesca. Peores caras ponen los jugadores de la selección italiana de fútbol y, como demuestran los hechos, se les puede zurrar bien. La civilización, parecen decirnos estos conservadores ingleses reconvertidos en patanes que no han visto en su vida media docena de libros, porque sólo son ellos, es un barniz que se pierde con el primer aguacero (o la quinta copa), y eso me deja tranquilamente horrorizado, aunque se trate de un país cuyas clases altas entienden las buenas maneras, según Jorge Herralde, como el máximo de intemperancia y desdén que se puede practicar sin que nuestro interlocutor nos muerda en el cuello.

El caso de Estados Unidos e Inglaterra -dos veteranos de la democracia- demuestra que nada se consigue para siempre y que el caníbal acecha bajo la pellejo del catedrático. Donald Trump tampoco lee y pretende regir el universo con estilo de hooligan, de macarra chic, como los de la Gürtel o los jefes narcos de México. Razón de más para afirmar los ideales europeos: la fe más sentida es la del converso y quizás ellos están de vuelta. No importa: el asunto de Gibraltar, que servía de excusa a los falangistas «que cenaban dos veces» (Llorenç Villalonga) para ordalías patrióticas, hace tiempo que se hubiera resuelto si no fuera un paraíso fiscal, pero no está el gran dinero, me parece, por sostener mayores cargas fiscales: si no hay milagro tenemos Gibraltar para una buena temporada, aunque luego manden a desgraciados negros, chicanos, nepalíes u hondureños a morir por un trapo.

Así que dejemos a Theresa May, Boris Johnson y Michael Howard que galleen cuanto quieran, sólo son políticos deficientes y su momento pasará. Algo debemos de estar haciendo bien cuando están así de incontinentes y faltones. O es mucha su sensación de haberse metido en un gran atolladero. O quieren mear su recuadro. Nada importante, quizás algo de nervios. Inglaterra, sin estos bronquistas, nos hace mucha falta para construir Europa.

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