Con «La España por hacer», a la que me refería hace unas semanas en estas mismas páginas de Levante-EMV, y ante la realidad de una nueva Unión Europea, en la que los valencianos tendremos necesariamente que encontrar nuestro lugar, la lectura del artículo de Antonio Cabrera, en las páginas de Posdata de este mismo medio, sobre Joan Garí y sus dos recientes ensayos «L´única passió noble» y «L´ofici de lector», invita a reflexionar sobre los numerosos ensayos o definiciones, que, en años recientes, se han sucedido sobre el País Valenciano.

Tras Joan Fuster, fueron Joan Francesc Mira, Marqués, Guía, Burguera, Mollà y Eduard Mira, Franch, Colomer, Nadal, Company, Mateo, Rodríguez-Bernabeu, Romero, Archilés y otros quienes nos dieron su visión sobre la sociedad valenciana, considerándola perpleja, compleja, confusa, impura, entre otros calificativos. Hoy, «l´irrupció del canvi», como plantea Victor Maceda en «El despertar valencià», llega con la aparición de nuevas formaciones políticas y cambios de actitud en las tradicionales, que suponen una revisión de la propuesta fusteriana en lo que pueda considerarse no se corresponde con la realidad actual.

Garí, en el segundo de los ensayos mencionados, nos remite a Montaigne y al paralelismo que observa con Fuster al señalar, en los dos casos, caminos de análisis sin dictaminar las soluciones. Paralelismo que, en otro orden de cosas, nos trae el recuerdo amable, poético, musical, de Lluís Miquel cuando interpreta Mari, Mari -«tinc per amics tots els poetes, Ausiàs March i Estellés»- cual Gilbert Becaud citaba a Baudelaire y Châteubriand. Volviendo a Montaigne y a sus «Ensayos», como recoge Antoine de Compaignon en «Un verano con Montaigne», resulta exigible el compromiso de cada cual ante las cuestiones más ciertas, pues la «pura verdad resulta oportuna», tanto por convicción mora como por responsabilidad social, incluso por una razón práctica de futuro.

Puestos a avanzar en el encuentro con la «pura verdad», resulta hoy necesario actualizar el análisis de la realidad social valenciana ante la perspectiva de los recientes cambios. Cincuentaicinco años más tarde de la aparición de «Nosaltres els valencians», cabe acercarse a Fuster revisando su análisis y aquellos planteamientos que hayan podido contrastarse con la realidad actual. La sociedad valenciana debe centrar su mirada en su propia realidad, económica, social, territorial, en lugar de hacerlo unos hacia Madrid, otros hacia Catalunya, aun compartiendo convicciones con quienes tenemos una misma lengua y cultura pero abordando lo específico de nuestra realidad social. Un país por construir, conscientes de que «tot està per fer i tot es possible».