Aunque el diccionario todavía no recoja el término postureo, es de todos sabido que se aplica a las actitudes, preferentemente de los políticos, que hacen algo para fingir un comportamiento o exagerar una posición.

Auténtico postureo es el tan cacareado desarme de ETA, inmensa operación de imagen con la complicidad de unos supuestos verificadores internacionales que ha dado en actos publicitarios y escasa munición. No dejo de preguntarme si los verificadores han comprobado que todas las armas utilizadas por la banda han sido entregadas o si, por el contrario, serán cómplices en la ocultación de pruebas de algunos de sus asesinatos. Es lo malo que tiene el postureo, que coloca en bandos bien definidos.

Postureo son las declaraciones del ministro de Justicia sobre la independencia de la Fiscalía, su condena de la corrupción y su reiterada aseveración de la igualdad de los ciudadanos ante la ley. Puro postureo de quienes protegen a los corruptos, avalan aforamientos, cambian fiscales levantiscos y toleran que un condenado mantenga su residencia en Suiza mientras se tramita su recurso. Se trata de negar la mayor mientras se sigue actuando de la manera de siempre.

Postureo es el bombardeo ordenado por el presidente de EE UU sobre una base del ejército sirio. Dudo mucho que se haya conmovido ante el sufrimiento de los niños y la población civil que sufren las armas químicas y también dudo que la operación no se realizase de común acuerdo con su amigo ruso. La poca eficacia de los bombardeos parece indicar que Trump y Putin estaban debidamente coordinados y todo hace pensar que ante el acoso de los medios y la justicia norteamericana, por las concomitancias con el gobierno ruso antes y después de su elección, los dos se hayan dado al postureo.

Postureo son los viajes internacionales del señor Puigdemont, financiados por las arcas públicas para explicar lo que se le antoje a personajes como el antiguo presidente de EE UU Carter sobre su república de las maravillas, avalada por el clan Pujol.

Uno acaba cansándose de tanto postureo y lamento que los medios se presten a dar publicidad a unas acciones dirigidas a ocultar la verdad o que partidos democráticos den credibilidad a asesinos o corruptos. Los ciudadanos debemos ejercer criticar la hipocresía de quienes predican boicots y apoyan a quienes dicen boicotear, de los que tratan de ocultar sus negocios tras cortinas de humo y declaraciones ampulosas, de los que se dicen sinceros y prefieren insultar que razonar sus posturas y buscar la verdad. Confío en que la RAE incluya el término en el diccionario y los ciudadanos se acostumbren a denunciar estos comportamientos.