Los más famosos trampantojos decorativos son los que revisten las paredes del vestíbulo del hotel Palace de Madrid, lugar de encuentro de espias, diplomáticos, conspiradores, madames y otros representantes de la alta sociedad europea durante la Segunda Guerra Mundial, además de personajes españoles de las letras y las artes, como Dalí, Buñuel, García Lorca y Josep Pla, entre otros muchos; incluso sirvió de escenario para la negociación de la firma del pacto del capó con ocasión del 23-F.

La Real Academia lo define como trampa o ilusión óptica con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es, aunque ahora recibe otros títulos en la cabecera de artículos periodísticos y discursos políticos como postverdades, hechos alternativos o maniobras de distracción absoluta. A diferencia del trampantojo, el Trumpantojo es la habilidad premonitoria de Donald para adivinar el futuro, para fijar el pensamiento simultáneo de una cosa y de su contraria, o para proponer el apoyo a los países aliados de la OTAN, previa aportación económica debidamente incrementada, y a la vez coquetear con su enemigo número uno, mientras preconiza por todas partes el lema de la investidura: America first. Ejemplo: apoyarse en Rusia frente a China para, a continuación, llevar la relación de Washington con Moscú al peor nivel imaginable y en tiempo récord, llegando hasta la imprevisibilidad más absoluta de cara a sus próximas negociaciones con Putin sobre el devenir de Bachar al Asad.

Probablemente y hasta el momento presente , el trumpantojo más extravagante al tiempo que peligroso expresado por parte del presidente de los EE UU,en su primera acepción premonitoria, haya sido haber adivinado el atentado terrorista de Estocolmo con casi tres meses de anticipación, lo que le significó la critica de las autoridades de Suecia. Luego está el ser o no ser del Trump businessman liberal y el Trump proteccionista enragé, frente al liberalismo económico que abandera China y a la cabeza su presidente Xi Jinping, invitado a cenar en Mar-a-Lago la misma noche del lanzamiento de los 59 misiles Tomahawk desde los destructores USS Porter y Ross, desplazados desde Rota al Mediterráneo oriental.

En cuanto a los trampantojos, en España vamos sobrados; los hay por todas partes hasta llegar al mar, empezando por la escenificación de la ilusión óptica del desarme de ETA en Bayona con presencia de los artesanos del decorado, continuando con la preventa del gobierno de Rajoy del modelo de cosoberanía en Gibraltar después del Brexit, trampantojo que nos podemos pintar en un globo decorado con la bandera de la Union Jack, siguiendo con el de «todo está preparado» en Cataluña para la desconexión irreversible y terminando con la patéticamente actitud ilusoria del presidente de la Generalitat Valenciana o, por delegación, de su mantis enigmática, respecto a la posibilidad de la renegociación de la financiación autonómica que frene el déficit de la cuenta valenciana en los presupuestos generales del Estado.