Desde sus orígenes a finales del siglo XVIII hasta el presente, un magnífico trabajo realizado por el investigador José Ángel Núñez analiza la evolución de las observaciones meteorológicas en la ciudad de València. El estudio acaba de ser publicado por Aemet y contiene no sólo la síntesis histórica de la meteorología en la capital del Turia, sino también un sinfín de curiosidades que se han dado en estos más de doscientos años transcurridos desde que se instalaron los primeros termómetros, barómetros y demás instrumentos de registro para conocer el clima de la ciudad. Los primeros datos de los que se tiene constancia oficial son del verano de 1790, y fueron publicados en Diario de Valencia. El trabajo de Núñez recoge, por ejemplo, la tabla publicada por el periódico el 2 de julio de aquel año, con las observaciones realizadas dos días antes, el 30 de junio. Constan temperaturas, presión atmosférica, humedad, viento y la situación atmosférica. En este último caso es muy llamativo que el observador anotó la palabra «sereno» para describir el estado del cielo, término muy popular en aquella época para hablar de estabilidad y buen tiempo. Aparentemente, son también relevantes los datos de temperatura, por lo frescos que parecen para la época del año, ya que se trataba del principio del verano. Así, constan 23 grados a la una de la tarde y 22 a las cuatro, que parecen muy inferiores a los que se dan en la actualidad con el calor de las horas centrales del día. Pero hay que poner las cosas en su sitio: la escala termométrica que se usaba a finales del siglo XVIII era la Réaumur, por lo que los datos no están en grados Celsius. Por tanto, esos 23 grados Réaumur que constan a las 13 horas del 30 de junio de 1790 corresponden, en realidad, a 28,8 ºC en la escala Celsius, valor perfectamente normal para València. Durante la mayor parte de su historia, hasta la Guerra Civil, el Observatorio Meteorológico estuvo en la terraza de la sede central de la Universitat, pero en 1938 se trasladó el jardín meteorológico a los jardines de Viveros. El autor pormenoriza las vicisitudes que se vivieron en la guerra, cuando no sólo se trasladó de Madrid a València el Gobierno de la República, sino que con él viajaron la mayoría de los servicios oficiales, entre ellos la Oficina Central del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), que permaneció más de un año en la capital valenciana. El estudio tiene por título «Breve reseña de las observaciones meteorológicas en la ciudad de València (1790-2017)».