Pocos llegan a creerse que el liderazgo del PP en la Comunitat Valenciana está resuelto de cara a las próximas elecciones, por mucho que Isabel Bonig se esforzara hace unas semanas en ser aclamada presidenta con el 94 % de votos. Desde ese momento, las tensiones con Génova han crecido exponencialmente. Primero vino la reprimenda por sus críticas a la discriminación económica que estamos sufriendo los valencianos, aunque muchos compartiéramos su postura, y ahora, con la bochornosa disputa que se está produciendo por la presidencia provincial, donde se la señala como la instigadora de una auténtica revuelta que pone en duda esa llamada a la unidad, subrayada en el pasado congreso de Valencia.

Que a estas alturas sigan fuertemente tutelados desde Madrid, incluso con la clara advertencia de Maíllo de intervenir y forzar una gestora que resuelva la imagen de división generada en estos días, es un claro indicativo de que algo no funciona. Como sabemos, la política tiene un fuerte componente mediático y de seducción al electorado. Hay que convencer al votante, no sólo con un discurso programático, sino con una actitud, una credibilidad y una aparente eficacia para resolver determinados problemas, cuestiones que no está acreditando la actual dirección regional.

Los populares valencianos no pueden perder de vista que siguen lastrados por una corrupción que se ha llevado por delante 20 años de gobierno autonómico, terminando con gran parte de sus altos cargos en la cárcel o con procesos judiciales todavía por resolver. Y en ese punto, sería bueno que tomaran como ejemplo lo sucedido en la Comunidad de Madrid o Andalucía, donde sus actuales presidentas autonómicas se encontraron con unas estructuras políticas muy debilitadas y acuciadas por la corrupción, pero que sin embargo, supieron afrontar con éxito la difícil tarea de revertir esa situación.

Cristina Cifuentes, por el momento, ha vuelto a salir reforzada con su actuación en el nuevo caso de corrupción relacionado con el Canal de Isabel II y la gestión de sus antecesores, eclipsando incluso al propio tramabús de Podemos. La presidenta madrileña se ha convertido en la abanderada contra la corrupción dentro del PP y todos nos hemos creído eso de tolerancia cero y «absoluta colaboración con la Justicia», aunque sea muy cuestionable viniendo de esa bancada. Por ello, y sabiendo desde Génova la importancia que tiene nuestra tierra para reforzar la mayoría parlamentaria de Mariano Rajoy, parece que siguen empeñados en encontrar una Cifuentes a la valenciana que sea capaz de convencer e ilusionar, mucho más de lo que se está haciendo actualmente.