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Presuntos y autores

Mientras continúa el desfile ante los juzgados de tironeros, mangantes y carteristas (presuntos) con cargo a los presupuestos de la mayoría silenciosa (que es la que sufre el robo, sin estruendo, casi sin rozarles), los pájaros cantan, aún, en Benimaclet. También vuelan los libros, los dientes de león y otras formas de inteligencia arborícola, alada, en el jardín de Viveros. Los libreros homenajean allí a Carles Cano, amigo, autor de libros infantiles y juveniles, cuentista, televisivo, alguien capaz de conseguir que un catedrático se convierta, aunque sea un ratito, en corsario, princesa del Brasil o rana del cuento. Y desde los tiempos en que escribía e interpretaba, con Tonino y Mila Salort, El trencanous de Ràdio 9, un programa de talento inusual.

Para ir a la Fira, a la del libro, hay que llevarse la cartera y dejarse en casa la melancolía, porque, como en toda feria, así empiece a girar la noria, lo hará también el carrusel y los caballitos. Y hay que elegir. Como me ocurrirá a mí el domingo de sant Jordi al mediodía que tengo, a la vez, un brindis con los escritores de mi ramo, compañeros de pluma (más poderosa que el metal o eso dicen) y un encuentro gastrosófico con Felip Bens, Joan Garí y Juan Lagardera. En algún momento se me hará en la garganta un nudo, un hipo, al acordarme de Manolo, de Vázquez Montalbán, que venía a estas cosas, y a los fastos de la Turia, y tenía en las confidencias de sobremesa, en la distancia corta, la gracia y hasta el colmillo de los que carecía como grávido conferenciante.

Los presuntos, al palacio de justicia; los autores convictos y confesos, a la pasarela de la Fira. Pero la jefa de todos los reos sigue libre y sin señalamiento. Decía que le habían salido pocas ranas y hay más vocaciones de batracio que en el estuario del Amazonas. Pues nada, a hacerse un decapado, que no es lo se temen, sus atributos están seguros, señores, sino rasparse la costra de mugre que se acumula en el trato con forajidos. La derecha cínica, la que dice que todos roban y así robar tranquila, puede comprarse un diccionario: también se venden en la Fira.

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