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Libros

Eduardo Mendoza, el recentísimo Premio Cervantes, es -según Javier Rodríguez Marcos- «un hombre al que nunca se le ha oído decir un tópico». Atinada definición, y admirable proeza. Porque de tópicos andamos sobrados a todos los niveles y es harto difícil no caer en ellos, incluso si queremos hablar de algo tan opuesto a los clichés como es el libro. Hoy, cuando en Viveros rebosa la Feria del banquete gozoso de la lectura, apunto la confesión que oi hace unos días al buen periodista y poeta Antonio Lucas. Decía, más o menos: «Yo no vivo en una casa con muchos libros, sino con muchos libros que han construido algo parecido a una casa».

Creo que somos muchos los que vivimos de un modo parecido, con miles de libros alrededor. Que, como también decía Antonio Lucas, además, abrigan». Y no solo el cuerpo: abrigan el alma, avivan la mente, alimentan sueños, protegen de la banalidad creciente... y solo piden una atención sosegada, un pequeño alto en el camino habitual de las prisas y los asaltos audiovisuales. Como sostiene el escritor argentino Rodrigo Fresán: «La lectura es el modo más barato de sobrevivir».

Hoy, por añadidura, con acento especial sobre el Día del Libro. No puedo dejar de recordar a quien se inventó esta conmemoración, que por fortuna ha llegado a instalarse definitivamente en el calendario: al valenciano Vicente Clavel. Le conocí personalmente y guardo su imagen de hombre idealista, desengañado y escéptico pero nunca ajeno al mundo editorial y cultural al que dedicó su existencia. Gracias a él hoy celebramos el Día del Libro. Que es a la par el Día de nosotros, los lectores. Como afirma Javier Marías: «Hasta los que nos educamos en papel no empecemos a morir, el papel perdurará». Y, por supuesto, hoy es, también, el Día de las Librerías. Cuando concluya la Feria, ellas (es decir, esos establecimientos que albergan los tomos que nos hablan de historia, ficciones, arte, ciencia o filosofía) siguen ahí, abiertas a nuestra visita, espléndidamente equipadas con todo lo que escritores, historiadores y pensadores nos ofrecen; desde las últimas páginas impresas hasta los grandes nombres de un ayer sin caducidad. Termino con palabras de Manuel Rodríguez Rivero: «Las librerías son parte esencial de nuestro paisaje espiritual, y lo mejor que nos puede pasar es que, con uno u otro aspecto, lo sigan siendo por mucho tiempo».

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