Había una vez una muralla del siglo XI, del tiempo de la Primera Cruzada, para mejor contexto, en una ciudad que presumía de cierta sensibilidad con el patrimonio histórico y cultural. Pero las cosas a menudo no son lo que parecen. València derribó los muros de su fortificación medieval a finales del siglo XIX para facilitar el crecimiento urbano y crear empleo con la demolición misma. Y no hay día en que no haya motivo para lamentar aquella intervención desgraciada, especialmente cuando uno contempla ciudades españolas como Ávila o Lugo, Marrakech o la vicentina y francesa Vannes, donde han convertido sus murallas en elemento central de su identidad.
En València, en cambio, un particular puede levantar un cerramiento de bloques prefabricados de hormigón a pocos metros de una torre islámica del siglo XI (de cuando la Primera Cruzada), al tiempo que su vecino se acondiciona un espacio chill-out con una tumbona y una mesa blanca del Carrefour sobre las nobles almenas en las que un día combatieron Alí ben Yusuf y Mohamed ben Saqsa.
¿Un plan para rescatar la muralla islámica de València? Sí, había uno que redactó Carmel Gradolí y que mereció un premio Europa Nostra de 2009, pero está en un cajón. ¡Ah! Y nueve millones de euros del llamado Plan Confianza (de cuando Camps era presidente) para hacer unos arreglillos en unos metros de lienzo de la fortificación.
David Hammerstein, muchos años antes de ser eurodiputado de los Verdes, vivió en uno de esos torreones islámicos aún escondidos por los rincones de Ciutat Vella, uno acondicionado como coqueta vivienda, y ya entonces, hace 31 años, peleaba con su compañero Miguel Wiergo desde la Asociación de Vecinos del Carmen para que el ayuntamiento y la Conselleria de Cultura rescataran el tesoro del siglo XI por el que muchas ciudades matarían. Pasaron los socialistas, pasaron 24 años de Rita Barberá y han pasado ya dos de Joan Ribó. Y la muralla islámica de València no es que esté igual; es que está peor. Y de los millones, ni rastro. Ahora dicen que van a invertir 4,5. Que es que hay mucho por hacer. Claro. No pasa nada. La muralla puede esperar otros mil años. Total...
