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Codicia con pinza

Ha terminado la primera ronda de las presidenciales francesas y ha desembocado en el lugar por donde se despeñan desde hace más de veinte años: en la parálisis. Talmente como Rajoy, que ni gana, ni pierde, ni se muere, ni cenamos. Los mercados, que así llaman a la ludopatía, respiran con alivio pero el alivio durará menos de un curso. Sería de agradecer que el presidente de la CE, Jean Claude Juncker, no se exprese: suele hacerlo en la barra de los bares. Luego, hubo disturbios en diez ciudades francesas, ya se sabe que el éxito, menos que relativo, de Macron, gana brillantez con un poco de coreografía de rabia y frustración y flics repartiendo estopa. Un error: cuanto más combates a tu enemigo, más fuerte lo haces (Jünger).

Como ocurre aquí, los socialistas, sus pantallas electorales, se van desvaneciendo hacia el fade-out, la nada, la picadora de carne que suministra alimento al partido llamado liberal, que a cada rato se llama de una manera y que de liberal tiene lo mismo que yo de comandante de la Guardia Civil pues nos tiene vigilados en casa, por la pantalla del ordenador y con los helicópteros de Tráfico, un periscopio que asoma entre las macetas y nada entre los corales por gentileza de Eurodisney. Si Europa significa que nuestros hijos vivirán peor que nosotros, Europa caerá como un higo paso picoteado por los pájaros. Si la palabra reformas en la boca de los partidos que ya están dejando de ser mayoría en todas partes sólo es una absolución del canibalismo en la organización de la producción y el consumo, la gente les volverá la espalda.

Europa puede ser muchas cosas, unas menos malas que otras, pero si es una reedición del colonialismo ahora practicado sobre los propios connacionales, entonces caerá sola o la gente le dará, por la puerta de atrás, la llave al moro Muza, o surgirá una pinza entre Mélenchon y Le Pen, pues no de otra forma fue derrotada la bestia nazi: primero se la maceró bien en acero fundido y luego vino la pinza con Stalin de un lado y Roosevelt del otro. Tenemos un problema sí, y se llama codicia irrestricta, que diría un filósofo.

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