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Una esperanza más o menos

La sinceridad de las medidas del PP contra la corrupción es y será cuestionable mientras se limite a reaccionar frente a los casos que la Guardia Civil lleva a los juzgados. El incesante afloramiento de robos, desfalcos, evasiones y financiaciones ilegales en toda la escala administrativa invalida el cómodo expediente de personalizar las autorías y eximirse corporativamente de las responsabilidades. Aun cuando fuera cierto que ignoran la caterva de desalmados enriquecidos con recursos públicos, esa ignorancia implica culpabilidad. Gobernar con la venda en los ojos es tan condenable como tapar el delito. La tontuna, real o fingida, no es menos dañina que la descarnada rapacidad.

Dos presidentes autonómicos, el de Murcia y el que lo fue de Madrid, acaban de ser apartados o encarcelados en el espacio de pocos días. Además de hacerse interminable, la lista sube de nivel e incluye a ministros ejercientes y a un vicepresidente del anterior gabinete popular. Otros que ocuparon cargos similares (Zaplana ya está bajo el foco) son investigados (no por los que gobiernan) y pueden acabar ante el juez.

¿No son razones suficientes para generalizar una detección rigurosa de los signos externos que delaten indicios, aunque sean remotos? ¿Era inevitable esperar a que un tribunal citase como testigo presencial al impasible presidente del partido y del gobierno? ¿Basta que un dirigente oportunista, como la actual titular de la Comunidad madrileña, denuncie tardíamente y se persone como acusación contra su antecesor en el cargo? ¿Qué creen redimir con el adiós no menos tardío de Esperanza Aguirre, que achaca su nada triste final a la «falta de vigilancia» que es común denominador de toda la jerarquìa popular?

La inhibición de la cúpula en una pesquisa preventiva, hace sospechosa a la totalidad. Es grave abonar el sentir de que el honesto ejercicio político es para quienes ya son ricos y no necesitan robar. El país está lleno de personas honorables y capaces que sienten la nobleza de la politica como valor per se, lejos de toda codicia. Si acertasen en buscarlas y depositar en ellas la confianza institucional, sin hipotecas partitocráticas, nos evitarían la ira de sentirnos gobernados por delincuentes y el bochorno que causan ante la opinión internacional. A ver si una esperanza menos desemboca en una esperanza más, o todo queda en lágrimas de cocodrilo...

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