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José Sierra

El despoblamiento comienza en la escuela

El repentino interés de los expertos, periodistas televisivos y hasta «gestores de lo público» en el fenómeno del abandono del medio rural es, sin duda, una buena noticia para quienes viven/resisten en estos páramos, humanos y geográficos, tan abundantes en el interior de las dos Castillas, en Aragón, Cataluña y también en la Comunitat Valenciana. En parte no es nuevo este interés, que ya acreditaron en su formulación anteriores documentos de la Política Agraria Común y algunos organismos internacionales. En todo caso, el despoblamiento rural no es un fenómeno nuevo, aunque lo parezca. En España comenzó en la década de los sesenta y se agudizó en lo setenta del pasado siglo. Sus consecuencias son conocidas: abandono de tierras fértiles de cultivo, incremento de la erosión, avance incontrolable de la vegetación, más incendios forestales, etc., por no hablar de los efectos del desarraigo en las personas que dejaban sus pueblos para sumergirse en un entorno, a veces hostil, como el de las ciudades; o de los problemas que la llegada masiva de esta emigración interna provocó en las poblaciones receptoras.

La Generalitat Valenciana ha anunciado un plan específico para intentar frenar el despoblamiento y esperamos que los planes de desarrollo rural ya en marcha o a punto de iniciarse tengan la misma sensibilidad. También la propia Política Agraria Común, que lleva años amagando sin dar en la puesta en marcha de mecanismos de apoyo a la agricultura y ganadería tradicionales, las únicas capaces de fijar población en los entornos rurales.

En todo caso, por si les sirve a quienes toman las decisiones, en cualquier pequeña población del interior valenciano en la que pregunten quizá les sorprendan diciéndoles que se ganan bien la vida, aunque como todos podrían o querrían tenerlo un poco más fácil; les dirán también que no les hace falta una piscina cubierta, aunque alguna vez se la hayan ofrecido; y les dirán, seguro, que lo que no soportan es quedarse sin maestros y tener que embarcar de madrugada a sus hijos pequeños a un largo periplo que puede durar horas hasta el colegio más próximo. Detrás del maestro van los padres y con ellos sus hijos y el futuro. Inviertan en maestros; la rentabilidad esta garantizada.

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