Más de 30.000 personas recorrieron esta semana pasada las calles del cap i casal en la manifestación en conmemoración del 25 d´Abril para reivindicar una financiación justa para la Comunitat Valenciana. Las Corts fueron la antesala. Se celebró un acto institucional que rechazaba las cuentas que rebajan en un 33 % la inversión y dejan a esta autonomía como la que menos dinero recibe por habitante. El PP se ausentó alegando que era un acto político. Sí, en política se hacen actos políticos. Cuando se tejan bufandas en las Corts que les llamen, a ver cómo se les da. Ciudadanos, con excepciones, en la línea.

No se pueden ejercer competencias autonómicas sin una financiación justa. Es, por así decirlo, vital para la supervivencia de la Comunitat. Y Madrid lo sabe. Como el PP, y el otro. Ser la autonomía que menos obtiene por habitante es injusto, desigual y nos condena a la pobreza. Y a que a los valencianos nos falten recursos básicos y fundamentales. ¿Ven la bondad?

Cuando desde distintas voces se nos apela a ver con otros ojos las generosidades de un presupuesto que nos recorta lo que merecemos y que otras comunidades sí reciben, porque sí, sin otra explicación, y se nos hace tragar con ruedas de molino, me recuerda a los hermanos Marx. ¿Recuerdan a Groucho? Escena de habitación. Entra la señora. Y él con otra mujer en la cama. Sorprendentemente, él inquiere: - «¿Y a quién vas a creer, a mí o a tus propios ojos?». Las víctimas son ellos. La culpa es nuestra por preguntar, por faltar a la confianza debida, por ir a reclamar lo que nos corresponde. Por no tragar como normal lo que no lo es.

Escribía el sábado el periodista Paco Cerdà sobre la pesadilla burocrática de un profesor con treinta cartas, un recurso a los tribunales y mil euros gastados en abogados y notarios tras retirarle la Agencia Tributaria la desgravación por vivienda. Sospechaban que el hombre, soltero, no vivía en su piso por la poca luz gastada. Ese era el delito. El hombre ha pasado dos años de papeleo y la amenaza de embargo de su vivienda para un tribunal terminar por darle la razón. Era inocente del poco consumo. Pero ha tenido que demostrar que lo era. Y por qué gasta poca luz. ¿Surrealista, no? Sobre todo cuando aquí ha tenido que demostrar su inocencia, porque desde el principio era culpable, y un político corrupto pide desde el primer momento amparo para no soltar su cargo apelando precisamente a su inocencia. Cuando lo que debería hacer desde el primer momento es apartarse.

Faltan las razones. No es aceptable que se rehúya dar explicaciones creíbles en las Corts sobre el recorte presupuestario a la Comunitat Valenciana y la condena a la que nos tiene sometidos Madrid desde hace años, ya no sólo en materia de inversión, también en cuanto a infraestructuras vitales para nuestra economía. Porque frente a la insistencia de querer responsabilizar al Consell, la grosera desventaja que otorga una mala financiación solo lastra el futuro de esta tierra, compromete a sus instituciones y resta oportunidades. Se debe exigir respuesta.

Y mientras, contemplamos asustados, porque el susto ya es lo último que nos queda, cómo van al juzgado esas amistades de toda la vida que acompañan a los que nos cuentan lo bien que van estas cuentas, que siguen convirtiendo esas instituciones públicas en cortijos, con huevos kinder de merienda obligada, y con los edificios que han costado un dineral y están ahí, de testigos a medio hacer pero sin dinero para terminarlos. No, si al final, tanta pinturera explicación del tuyo, lo mío que al final es todo lo nuestro lo vamos a tener que agradecer y no enjuiciar. ¿O con qué ojos lo van a ver?