Se ganó a pulso el salto desde aquel «Conchita» de semiadolescente revoltosilla, de chica de la Cruz Roja, novia inmaculada de Tony Leblanc o joven esposa ingenua. Más que el paso de los años fue el peso de una presencia fulgurante, de unas interpretaciones cada vez más sólidas, matizadas, sugerentes, incontestables. El diminuto se esfumó por méritos propios, no por edad. Hoy es Concha. Más que «la Velasco», que conlleva cierta solemnidad no muy acorde a su estilo. SI decimos sólo «Concha» es a ella a quien aludimos, con ese nombre sencillo, cercano, como de una amiga de la familia a la que conocemos y estimamos desde siempre.
Concha Velasco es ese fenómeno del arte escénico que se nos ha colado en los entresijos como una inyección intravenosa o un conjuro mágico. Actriz hasta la médula, actriz de cuerpo entero, desde el brillo incandescente de los ojos, a las piernas torneadas, bailarinas exultantes. Nunca ocultó sus comienzos en las filas desenvueltas de Celia Gámez ni presumió de formación académica y reglada. Se hizo a sí misma. Construyó, desde las entrañas, ese personaje poliédrico que nos ha sorprendido a cada vuelta de tuerca en un itinerario sin pausa. Es la chica ye-ye «con el pelo alborotado», la «Eloísa» enamorada de «Abelardo» o la dulce «Inés» de «Don Juan Tenorio»; pero es también la galdosiana rencorosa de «Tormento», la temperamental «Filomena Maturano», la espeluznante «Medea», la conmovedora Madame Rosa de «La vida por delante», tanto como una Santa Teresa redivina para siempre. Y además, la estrella esplendorosa que acuñó «Mamá, quiero ser artista», la «Carmen» ardiente y libre, la traviesa engatusadora de «Hello Dolly»€ Como es, ahora mismo, esa «Reina Juana» en la que se ensañó la historia y que ella revive en un estremecedor alarde de entrega vital sobre las tablas del centenario, querido Teatro Olympia, donde hoy concluye sus representaciones.
Concha Velasco, o solamente Concha. Cine, teatro, televisión€ Musicales, comedia, drama, tragedia€ Una actriz sin barreras. Una diva sin divismos. A ver si nos convencemos: un caso aparte.
