Este año, el ICOM (Consejo Internacional de Museos), del que el IVAM forma parte, ha escogido para el Día Internacional de los Museos un tema que me parece especialmente significativo: la necesidad de «Decir lo indecible», de señalar e incidir en aquellas historias, personajes y temas que, en general, pasan desapercibidos, se les ignora o silencia, cuando no se les niega por completo. Y nos alegramos especialmente, porque desde hace dos años y medio el IVAM está trabajando con intensidad en el deseo de mostrar aquellas prácticas y aquellos discursos artísticos poco conocidos, marginados u olvidados por el denominado mainstream cultural (aplastantemente hegemónico) construido por unas visiones artísticas en las que se priorizan las concepciones fundamentalmente occidentales, blancas, heterosexistas y con una estrecha relación con el poder económico. En la recién inaugurada Bienal de Venecia se vuelven a demostrar estos prejuicios ya que, de los 120 artistas participantes, tan sólo el 35 % son mujeres y más de la mitad son blancos (tan sólo cinco artistas del total son negros). A la vista de estas cifras no podemos decir que la diversidad de razas y géneros que el mundo actual evidencia sea una realidad en uno de los eventos artísticos internacionales más importantes y «políticamente más correctos».

Este nuevo ejemplo viene a reforzarnos en una de las ideas en la que estamos trabajando en el IVAM; la necesidad de acabar con la tremenda injusticia que significa que el sector social más numeroso, el que más abunda en las facultades de Bellas Artes, Historia del arte o Artes visuales, sea el que históricamente este menos representado y sea menos visible. Todavía hoy, resulta difícil encontrar un museo o una colección donde las obras realizadas por mujeres sean más del 20 % del total. Del mismo modo, la inmensa mayoría de programaciones de los museos y centros de exposiciones no otorgan un papel destacado a las artistas. Por estas razones, es imprescindible que nos cuestionemos amplia y profundamente la presencia de las mujeres en los museos, pero no por una cuestión oportunista, no para hablarlo un día (por muy señalado que éste sea) y olvidarlo hasta un nuevo evento. Para el IVAM, este tema, como se demuestra en su programación diaria, no es algo meramente conmemorativo ni una fecha más o menos bonita en el calendario. Muy al contrario, forma parte indisoluble de nuestra identidad y de nuestro programa como un museo del siglo XXI que intenta dar respuesta a las necesidades y deseos de una sociedad cada vez más diversa, plural y democrática.

En este sentido, creemos que es fundamental abrir nuestra mente y hacer una nueva lectura de la creación artística con ojos más desprejuiciados, y para ello es necesario: conocer a las personas (hombres y mujeres) que están implicadas en ella; analizar los diferentes temas planteados sin rechazar ninguno por no ser considerado suficientemente importante; apreciar las diferentes técnicas utilizadas superando viejas dicotomías obsoletas que constriñen nuestro entendimiento; comprender la estrecha vinculación que existe entre lo micro y lo macro para llegar a entender que lo personal es social y político al mismo tiempo. De este modo, seremos capaces de ayudar a construir narrativas que tengan en cuenta las ideas, los puntos de vista y las experiencias de los diferentes sectores que componen la sociedad actual. Es evidente que, durante siglos, la historia del arte y la construcción de los parámetros artísticos considerados válidos, la noción misma de calidad y de interés de una obra artística ha sido elaborada por una visión machista que ha dejado de lado, en los márgenes de la historia, visiones femeninas que han sido capaces de crear lenguajes, sugerir debates o cuestionar parámetros fundamentales que las instituciones han querido marginar.

En 1971, en la revista Art News, Linda Nochlin titulaba un artículo suyo con una pregunta que ha pasado a la historia: «¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas?». Ya entonces, la historiadora del arte y escritora norteamericana ponía el dedo en la llaga y desestabilizaba las nociones básicas por las cuales se negaba el papel de las mujeres en la creación artística. Es verdad que han pasado muchos años desde entonces, y es cierto que la situación en el mundo del arte se ha modificado considerablemente, pero también es evidente que continuamos minusvalorando el papel desarrollado por las mujeres en el mundo de las artes plásticas o visuales. En la actualidad, la invisibilidad y el silencio de aquellos años se ha ido resquebrajando poco a poco (fundamentalmente gracias al trabajo de asociaciones y colectivos feministas muy activos). Sin embargo, todavía hoy asistimos a la permanencia de unas estructuras mentales y organizativas androcéntricas que ralentizan, cuando no abiertamente impiden, que se hayan llevado a término cambios significativos en los modelos de producción cultural.

Ahora sabemos que no es una mera cuestión de hombres y mujeres, ni mucho menos de una absurda guerra de sexos que algunos han querido, de manera interesada, explotar. A mi modo de ver, se trata más bien de valores, normas y pautas de comportamiento asignadas a cada género e interiorizadas profunda e inconscientemente. Por ello, creo, no se trata tanto de ser hombre o mujer físicamente, como de asumir normas que se consideran propias o impropias de un hombre o de una mujer. Es decir, de saber cuáles son los valores y las prácticas asociadas a la masculinidad y a la feminidad, donde los primeros continuarían siendo, aún hoy (los practiquen hombres o mujeres) los sólidos e importantes y los segundos los débiles e inconsistentes. En el IVAM, sin embargo, deseamos salir de esa encorsetadora dualidad para apostar por valores más transversales, para recoger lo mejor de cada mundo y apreciar aquellas cuestiones que nos abren la mente y los sentidos sin caer en prejuicios trasnochados. Por esa razón, nos gusta valorar aquella parte femenina que nos han querido negar en aras de considerar el control emocional, el valor económico y el poder social como los pilares centrales de nuestra sociedad.