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Crítica musical

Los ídolos de la música adolescente -la que adolece de algo tanto en su fase de elaboración como en la de consumo- suelen ser bastante malos, pero no creo que merezcan ser bombardeados. Así pues, si descartamos que el terrorista suicida de Manchester haya querido ejercer la crítica musical con más ferocidad, incluso, de la que despliegan algunos críticos (también ciertos gastrónomos después de una estupenda cuchipanda muy bendecida con vinos y espirituosas), si descartamos eso, digo, es que el terrorista actuó movido por el odio a nuestra forma de vida, como suele decirse, o por una imposible venganza: la fuente de sus agravios no pueden ser las complejas palpitaciones adolescentes. Al final y por un gambito que tenía algo de portentoso, nos enteramos, por la tele, del calendario de actuaciones de Melendi.

Digo yo si estaremos acertando con nuestra política informativa o con la política a secas con el Estado Islámico y sus patrocinadores. Porque tan lejos como un par de días antes del atentado, Donald Trump estuvo haciendo filaes de moros y cristianos con la familia Saud al completo, la financiera de los clérigos sulfurosos. Hasta llevaba alfanje, aunque se veía que necesitaba un cursillo urgente en Alcoi para moverlo con garbo. Allí dijo Trump que no podían esperar que EE UU aplastase, solo, a los terroristas, que tenían que contribuir. Ya contribuyen: Arabia Saudí es como una de esas granjas factoría que produce conejos para que los cazadores puedan acreditar su habilidad. Y todos tan contentos.

Cuando yo era joven traté con bastantes árabes: los había de todos los colores y algunos palestinos eran muy radicales (cosa lógica si se tiene en cuenta que su país estaba y está ocupado), pero la mayoría bebían, amaban, celebraban y vestían exactamente igual que nosotros. La primera forma de evitar los problemas es no buscarlos, especialmente allí donde dijimos que había armas de destrucción masiva que no había. Entonces, Francia y Alemania aún fueron los dos tenores que cantaron con estilo propio; ahora, ni eso y con las medidas «extremas» de seguridad habituales.

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