Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Independencia escocesa

Es sin duda Escocia una sociedad mucho más solidaria y cohesionada que la inglesa, sobre todo que la de la fría Inglaterra post-thatcheriana.

Tienen a gala muchos escoceses, entre otras cosas, el hecho de que allí los estudios universitarios sean, al igual que la sanidad, gratuitos a diferencia de lo que ocurre en otras partes del Reino Unido.

Y odian sobre todo la política radical de libre mercado e individualismo a toda costa que introdujo la Dama de Hierro y que luego continuó con algunos atenuantes el laborista Tony Blair.

Es además la escocesa una sociedad mayoritariamente pacifista, que no soporta, por ejemplo, el hecho de que Londres haya elegido para albergar su flota de submarinos nucleares Trident un puerto a menos de 50 kilómetros de Glasgow.

Esa base militar ha sido ya objetivo de algunas manifestaciones pacifistas que critican un programa nuclear en cuya renovación el Gobierno del Reino Unido gasta miles de millones de libras esterlinas mientras aumentan la pobreza y la desigualdad en todo el país.

Todos esos factores, junto a lo que se percibe como abandono de sus propias raíces por parte de los laboristas - los tories nunca tuvieron nada que hacer en Escocia-, explican el éxito del Partido Nacional Escocés (SNP), que lidera Nicola Sturgeon.

Hija de un electricista y una técnica dental, la primera ministra escocesa creció en una pequeña comunidad marcada por el desempleo y el odio al militarismo que perciben en los sucesivos gobiernos británicos.

Pero la gota que ha terminado colmando el vaso de la paciencia de los escoceses, que gracias a los laboristas- todo hay que decirlo- se gobiernan autónomamente desde 1999, es la decisión del actual Gobierno tory de abandonar la Unión Europea.

Una Europa con la que, a diferencia de los ingleses, se sienten profundamente identificados como indica el hecho de que en el referéndum en torno al Brexit, un 62 por ciento de los escoceses votaran en contra de la salida.

En un documento estratégico el Gobierno escocés estimó en 80.000 los empleos amenazados por el Brexit duro como lo ha planteado la líder conservadora.

Nicola Sturgeon trató en vano de convencer a la primera ministra británica, Theresa May, de la conveniencia de que el país siguiese siendo al menos miembro del mercado interior europeo, al igual que Noruega.

Sturgeon vio en la cerrazón de su colega tory una oportunidad de oro para volver a plantear un referéndum en torno a la independencia de Escocia del Reino Unido, del que forma parte desde 1707.

El primero, celebrado en 2014, fue convocado por su antecesor, Alex Salmond, quien dimitió tras perderlo en y dejó paso a Sturgeon.

Escocia ha gozado siempre de grandes simpatías en el continente, y de momento los gobiernos europeos prefieren esperar a negociar la salida del Reino Unido con Londres antes de tratar la cuestión escocesa.

Pero esa actitud podría cambiar: Bruselas podría muy bien ofrecer a los escoceses un buen acuerdo para después del abandono británico de la UE a fin de aumentar la presión sobre el gobierno de Theresa May.

Y cuanto más obstinada vean los escoceses a la primera ministra británica en su forcejeo con Bruselas, mayores serán esta vez sus deseos de independencia de Londres. Sin que les importen demasiado las eventuales consecuencias negativas, que también las habrá.

Compartir el artículo

stats