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Moscas en la miel

Los Presupuestos Generales del Estado han llegado con la calor pues ya están listos para la última cochura. Si estos presupuestos fueran un helado, el helado sería de tutti frutti. Fíjense, si no, en la cantidad y variedad de la sopa de menudillos convocada en torno a los dineros, las siglas ayudan y confunden, a la vez. Hay veteranos como el PNV que negocia como un jugador de mus, sin quitarse la boina: «Recuerda Txomin que algo bueno siempre se puede mejorar». Pero los avaros insaciables, los plebeyos codiciosos, los fenicios chupópteros, son los catalanes, claro. En este país rige la pureza de sangre como en los tiempos de Calderón: ser hidalgo aunque sea de bragueta.

Luego está Coalición Canaria, que ya es veterana en esta clase de gestiones (y que muy pronto hubo de amparar a muchos de sus cargos bajo la presunción de inocencia) y que, entre astillas y tajadas, tacita a tacita, está a punto de recuperarse del expolio perpetrado en las Afortunadas por el funcionariado godo. O así. Y sin contar a su miniyó Nueva Canarias, que entre picos y azadones, se levanta más de 200 millones, espero que no en el sentido literal de ir a la cartera de unos particulares, como pasó con los lodos de Emarsa (y los polvos con las rumanas), aquí en Pinedo, València. Seguimos. También están UPN y Foro Asturias (el partido de Álvarez-Cascos, el hombre a quien le crujían los correajes por debajo de los calzoncillos) que son o fueron del PP, o lo volverán a ser (o no ser), según la lógica de estos tiempos de contratos parciales, temporales o fijos discontinuos.

Creo que todo el mundo quiere ser del PP, o eso parece. Que se lo pregunten a Ciudadanos que, por cierto, también entra en la configuración (astral) de esta mayoría. Como decía el clásico (y empiezan a lamentar algunos catalanistas moderados), es un error vivir fuera del presupuesto. O si no, que hable el PSOE del funerario Fernández, y de aquella maja andaluza, tan eufórica que daban ganas de ser depresivo, que logró que el PP sobreviviera a sí mismo, tal vez porque veían en ello su propia supervivencia.

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