Analiza, Ramón Jáuregui, con motivo de una conferencia impartida en el Club de Encuentro Manuel Broseta, la necesidad de la Europa posible. Su análisis, certero, repasa los éxitos de estos 60 años de Unión Europea y sus dificultades ante la globalización mundial y la proliferación de los nacionalismos excluyentes. Se plantea al mismo tiempo la necesidad de resolver los problemas de convivencia democrática en España con reconocimiento de las identidades que integran el Estado para lograr de esta manera la consolidación de la España posible.

Recuerda, con ello, el lema, «una España federal para una Europa federal». ¿Se rompe con esta posición el Estado constitucional o se consolida? El federalismo busca repartir razonablemente el gobierno entre los asociados, de manera que cada parte reciba, a cambio de lo entregado, algo proporcional, sin perjuicio de su aportación a la solidaridad interterritorial. El federalismo puede resultar integrador en cuanto facilita la relación entre los distintos territorios. No se trata de desigualdades sino de aceptación de las diferencias. Del reconocimiento de la especificidad de cada cual, aquí, y en Europa.

En Europa, unos pocos deciden hoy el futuro de todos, las desigualdades se acrecientan y el proyecto se difumina. Incluso, como advierte Jáuregui, lo que era sólo puerta de entrada a la Unión Europea, se abre, peligrosamente, como puerta de salida. También en España, Catalunya pretende ahora abrirla. La apuesta federal puede permitir la aceptación de la diversidad en Europa y dentro de cada Estado. La Europa de hoy no puede continuar inacabada como advertía Walter Hallstein, primer Presidente de la Comisión Europea, la España de todos debe avanzar en reconocer su realidad social.

Los temas pendientes deben ser resueltos profundizando en la democracia, buscando soluciones ambiciosas que faciliten la convivencia. Mientras la Constitución Europea quedó en el camino, la española debe ser reescrita atendiendo a los cambios que demanda la sociedad. «Be european, be different», supone la aceptación de las diferencias pero no las discriminaciones que la actual crisis lleva consigo. Temas diversos, como el trato a los países del sur, a los jóvenes, a los desocupados, a los desarraigados, a los refugiados, deben ser tomados en consideración aportando soluciones que faciliten la convivencia, acabando con la desigualdad y recuperando la generosidad que comporta el compromiso europeo.

En España, en 1952, Pere Bosch Gimpera, planteaba, con el título, La España de todos, su forma de pensarla, lejos de la ortodoxia uniforme, afirmando, «España será la de todos, hecha por todos, o no será». Ya la Constitución «non nata» de 1873, establecía, en su artículo 1º, que la Nación española estaba compuesta por diferentes Estados, lo cual podría ser hoy equivalente al reconocimiento de la identidad de cada cual según los casos. ¿Acaso la actual Constitución de 1978 cuando recoge la existencia de regiones y nacionalidades no viene a significar una consideración análoga para éstas? Hoy, de nuevo, nos encontramos ante la necesidad de avanzar en la construcción de la Europa posible y la España posible.