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Maite Mercado

Querer ser ninja

El vengativo Liam Neeson en Telecinco no pudo con los guerreros del nuevo programa de Antena 3 para los viernes por la noche. El «Ninja Warrior» español se hizo con el liderazgo mejorando las cifras de la final de «Tu cara no me suena todavía» con un 18,4% de cuota de pantalla y más de dos millones y medio de espectadores que disfrutaron viendo saltar sobre piezas de dominó gigantes y setas venenosas a bomberos, escaladores, medallistas olímpicos y cachas de toda clase y condición, como un stripper.

En Estados Unidos, algunos lo consideran un formato de culto y se preparan todo el año para superar unas pruebas que exigen fuerza, habilidad, rapidez, equilibrio... Un compendio de aptitudes que creyeron poseer más de 5.000 personas que se presentaron al concurso. Finalmente son 200, 50 por entrega, las que compiten por tener el honor de ser el mejor guerrero y llevarse 30.000 euros y un viaje a Japón, país donde se creó en 1997 el original, «Sasuke».

El show, en un enorme plató que vuelve loco a los presentadores, que no saben a qué cámara mirar, es, sobre todo, ruidoso. Todos gritan, el público que anima a los concursantes y Arturo Valls y Manolo Lama, cada uno a su estilo. El periodista deportivo que «aporta los comentarios más técnicos» -aquí irían caritas llorando de risa del «wasap»- se desgañita en la retransmisión como en un partido del FIFA, el videojuego, como compruebo cada vez que uno de mis vecinos practica hasta altas horas de la madrugada. La primera vez creía que le estaban matando o algo peor. En el escándalo se une de vez en cuando una Pilar Rubio más en el papel de azafata que acompaña a los chicos y chicas al inicio de la carrera de obstáculos.

La diferencia frente a las ediciones de otros países es que se ha querido humanizar a los participantes añadiendo un brevísimo perfil en el que no faltaron las historias de vida complicadas o momentos más risueños como una petición de mano o la colaboración de la presentadora Irene Junquera que batió el record de hacer el menor recorrido en el mayor tiempo.

En la promo lo llaman competición deportiva pero yo no diría tanto. Sin llegar a la simpleza de la risa fácil buscada en las caídas del «Humor amarillo», el programa es entretenimiento puro y duro, del que permite mantener en reposo las neuronas después de una semana de trabajo agotadora. He de decir que las mías se rebelaron al ver hacer lo mismo una y otra vez y no superaron el reto de llegar hasta el final.

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