Que vivimos tiempos de cambio e incertidumbre, ya nadie lo duda. Apenas hemos iniciado el siglo XXI y ya hemos conocido el furor verriondo de la crisis económica y sus fatales consecuencias para la población, sobre todo la más vulnerable, y la expansión de la pobreza, de cualquier tipo de pobreza, por todo nuestro territorio.

La crapulosa vida del pasado y el enriquecimiento ilícito (o ilegítimo) de personas o formaciones políticas junto a los descomunales beneficios empresariales, han incidido en tanta desigualdad y descontento social que han agitado a la sociedad emergiendo nuevas fuerzas políticas muy atractivas para nuestras nuevas generaciones, la mejor preparada desde el punto de vista histórico y la que menos perspectivas de futuro alberga en su poder. No es de extrañar, pues, que veamos a esta juventud entre los escaños de nuestras instituciones, locales, autonómicas y nacionales. No es de buen gusto para las personas tragasantas acostumbradas a calentar sillones con su aspecto petimetre y zascandil. Pero es aire fresco que no huele a naftalina.

No obstante, nos sorprende. Somos conscientes de la revolución tecnológica y de comunicación que nos acompaña desde primeros de siglo. Somos conscientes de la importancia del vertiginoso fenómeno de las redes sociales, pero nos abruma que se comuniquen con nosotros mediante flyers, que no folletos, o que se nos pida un feedback, que no es más que un proceso de obtención de respuestas. No, no queremos a representantes institucionales petulantes ni mequetrefes que desprecien la opinión de su ciudadanía ni que hablen sin ton ni son porque han leído algo de Wikipedia. No están ahí para que sean personas casquivanas, sino para que ofrezcan respuestas y soluciones a las diferentes exigencias de la sociedad civil.

Déjense de tanto congreso de smart city o de Dipu Go! y reúnanse con los colectivos sociales y ciudadanos para resolver los planes urbanísticos, equipamientos de servicios públicos, y mejorar la calidad de vida de la gente, de sus barrios, de sus distritos, de sus pueblos y ciudades, de nuestro País. Déjense de cubrirse en su backstage virtual y asómense a nuestra realidad. Estamos para participar en muchos de sus proyectos, estamos para cogestionar muchas de sus iniciativas y a colaborar con las administraciones públicas, pero no vamos a ser cómplices de una sociedad mediatizada por el exceso de información y la estúpida dictadura de la inmediatez, ni por la clase política melindrosa poco o nada dispuesta a correr riegos con su ciudadanía. Quien no lo entienda, pues que se vaya a hacer su backup no sea que la memoria de su android le juegue una mala pasada y se convierta en una persona zurumbática. I have said!