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Libros de crónicas

La inteligencia a sus pies es el título del libro de crónicas de José Vicente Aleixandre, durante muchos años jefe de deportes de Levante-EMV, un escritor de periódicos culto y de buena caligrafía (el estilo es el trazo del alma). Lo presentamos en la Fundación Bancaixa entre muchos amigos (Toni Peix, Conchín y Ferran Bajoca, Pepe Catalunya, Jordi Blasco), y una embajada del Palmar, su pueblo, más alta y nutrida que una legación pontificia, un éxito. El libro se coció en las mismas perolas editoriales -Papers de prensa- que las Notes d´un desficiós, de Joan Fuster. Un cronista loco por el futbol, pero capaz de sobrevolarlo y un escritor entregado a la crónica libre y faltona.

Aunque Aleixandre se inventó la sección de deportes de Canal 9, su carpintería y tramoya y hasta su lenguaje (con la ayuda de Toni Mollà, otro futbolero) y seis años son mucho más que una anécdota, en Levante-EMV estuvo más de treinta. Y dejó huella. Este periodista tenía algo de gato de lujo, pequeño y sedoso, ferozmente suyo. A diferencia de otros periodistas que sueñan durante las guardias y el duro oficio de las trincheras con una futura obra literaria (o una dirección general), Aleixandre señoreó su rincón deportivo casi desde el primer día y no quiso más, lo que daba a sus jefes la tranquilidad y confianza de saberse en manos firmes y poco veleidosas y, como nos contó su hermana Amparo, se enfadaba si alguien le sugería escribir un libro.

Así que, un poco a la manera de Conan Doyle, he convocado su espíritu para forjar el libro que no nos prometió, pero que le reclamaron tantos. Aleixandre y la voluntad de estilo, un estilo que sale de los latines que le enseñaron los Escolapios, de las muchas lecturas y del orden mental que se traduce en una albañilería de palabras sujetas a nivel y plomada. Un maestro, si se me permite. Detestaba a los pelmas, pero era capaz de derrochar tiempo y ternura con boquitas pintadas y corazones solitarios o echar una tarde por una buena historia. Como subrayó Paco Lloret, acabó seducido por el juego estratégico. Como el buen cronista político.

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