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El PSPV en su Simca mil y Wonder Woman al acecho

Como Ximo Puig es periodista sabrá el por qué de la hegemonía socialista estos días en las portadas. Sin duda conocerá que la profesora Fontcuberta allá por los 80 escribió que en periodismo acaba siendo noticia lo que dictan las rutinas productivas, los criterios no estrictamente informativos. En román paladino, que un titular le gana a otro cuando el periodista está más cerca de los hechos, cuando hay más medios técnicos o más fuentes y no porque sea más importante o menos.

Fallera. Y ¿será por fuentes? El PSPV está en los papeles no tanto porque ser de izquierdas se ha puesto de moda según la Encuesta de Valores de la CV -que también- sino porque cada militante del partido del puño y la rosa es un manantial. Ximo Puig y Rafa García navegan a rumbo de colisión camino de las primarias porque el president se resiste a convertirse en fallera mayor, alertando a la suspicacia falleril de que nos referimos a lo de reinar sin gobernar. Así que, conocidas las posiciones ¿se pasará de las musas al teatro? Pues todo indica que sí y es -pero no sólo- por el apoyo de Puig y los suyos a Susana Díaz «que hostia me han dao en las primarias». Como Rita a Serafín.

Navajas. A estas alturas la bronca socialista en la Finlandia del Mediterráneo -o más bien Sicilia- se nos antoja tremenda. Este escuchante recoge presiones oficialistas a alcaldes sanchistas que rozan la mala praxis y amenazas que son mejor no reproducir. Esta juerga socialista con trazas 2.0 será más transparente que antaño pero lo que se ventila es lo clásico. Muy flamencos ellos, en general los partidos no se disputan modelos de gestión sino puras canonjías. Hay las mismas diferencias entre Puig y Rafa García que entre una falla y una foguera, y que me perdone la Galia del Benacantil y el alcalde Ribó, que de esto sabe un rato. Y esta carrera la van ganando los que tienen mejor relato, los que manejan el nuevo ardid de campaña, el valor de la militancia, ese que pondera igual el voto de un militante del Rincón de Ademuz que el del mismo Puig. Quizás por eso «en las primarias de julio estaremos 2.000 o 3.000 arriba», estiman los sitiadores.

Poder. Hay quien se sorprende de que esto esté sucediendo en un PSPV con las más altas cotas de poder desde el 95 pero es precisamente por eso, porque son muchos a repartir y es muy difícil hacer el amor en un Simca 1000. Decía que el sanchismo -que se ha zampado el árbol genealógico del PSOE de una sentada- lleva ventaja en la narrativa. Y ¿qué distingue a Pedro de Susana o a Puig de García? Pues que, como nos decía recientemente a unos pocos el gurú de la publicidad española Joaquín Lorente -padre de Dodot, Cámper y otros éxitos€-, «si no ofreces el cielo nunca tendrás creyentes».

El cielo. La potencia del discurso del alcalde burjasotino radica en que los suyos hacen promesas celestiales. Y eso suena bien a la militancia para reactivar a un partido tan cainizado frente al resto de la izquierda acechante -Compromís y Podemos- y más todavía en València, donde además de una formación activa quien gane en esta lid necesitará unas huestes competitivas. En esta lucha de aparatos -Ferraz contra Blanquerías- el mensaje de Puig es más terrenal: confundirse en la marca del Consell y valorizar lo que costó amortajar al PPCV y para ello no duda en ahormar el tripartito presentándose en el Botànic como escenario. Por cierto ¿quién pagó la fiesta? E ¿irá más allá Puig ofreciendo a Compromís un acuerdo preelectoral para 2019?

El Consell. Frente a la ofensiva de José Luis Ábalos el president no ha dudado en envolverse en la bandera, algo de manual para apuros. Se ha enrocado como si de un Valencia-Real Madrid en la Fonteta se tratara, cual Rafa Martínez frente a Llull. Y ojo con las etiquetas porque no es oro todo lo que reluce, algo de lo que me convenzo cada vez que veo la cara de Gasol en el anuncio del Banco Popular. En todo caso ¿cuáles son las claves semánticas de los dos relatos antagónicos? Pues que se enfrenta el candidato de los socialistas «valencianos» contra el candidato de los «militantes» socialistas.

Rivales. El sanchismo-abalismo ha ofrecido un cielo más tangible que Puig, reforzado ahora por Izquierda Socialista que se ha plegado gustosísima, lo que da cuenta de lo entreverado del conflicto. En este sentido reconoceremos que la posición de Manuel Mata ha sido tan inesperada como didáctica en la coherencia: se puede ser sanchista y estar con Puig. El gesto le acerca a la alcaldía del Cap i Casal y habrá removido de sus sillas a los pata negra ximistas, Orengo, Boix, Gómez€ Ahora, entrando en campaña, dimensionar las fuerzas que chocan resulta complicado. Se analizarán candidaturas, se contarán avales a mediados de julio, etc. Porque se engaña quien convierta el voto en las primarias a Pedro Sánchez en apoyo a los renovadores y más aún cuando hay quien se acostó de Sánchez y se despertó de Ximo.

¿RIESGOS BICÉFALOS?

Lo que le piden a Ximo Puig es que acepte compartir el liderazgo socialista ¿Aguantaría el PSPV una bicefalia? ¿Nadie ve que la fórmula entraña riesgos y que una vez derrotado Puig en el choque de trenes de las primarias, el president estaría políticamente acabado? ¿Cuánto tardaría Wonder Woman Oltra en apoderarse del escenario? ¿Y cómo es que la bicefalia -«una cosa és el sant i una altra la peana»- no funciona en ningún partido hispánico salvo en el PNV? Pero, por el contrario, ya que todo está cambiando ¿es realmente inviable esa bicefalia? ¿No es menos cierto que sería bueno separar Consell y partido pues es obvio que el PSPV alberga ideas distintas al ejecutivo en horarios comerciales, Puerto Mediterráneo o política medioambiental, etc? Es pronto aún pero, ¿no hizo el PSPV las primeras primarias? ¿Por qué no puede inaugurar la primavera bicefálica como primus inter pares?

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