No prevenir incendios es una apuesta con un bote negativo enorme cuando salta la chispa. ¿Cuántas veces más cuesta lo perdido de lo que habría costado lo invertido?

No todo es destrucción: asistimos a la creación de "perimetrar", palabra de bombero, correcta pero no registrada, que sustituirá a "contornear" porque suena más culta y evita la confusión de la danza del fuego con el movimiento de las caderas (contonear). "Perimetrar" se puede pronunciar bien en todos los acentos locales, provinciales, regionales, nacionales y nacionales de nacionalidades.

La llama de esta palabra se extenderá sin cortafuegos por la maleza del lenguaje periodístico porque la necesitábamos para todo lo que pasa.

Hace falta "perimetrar" la izquierda por la que se extiende el PSOE de Pedro Sánchez, que llega hasta Canadá y puede afectar a Podemos, el parque nacional de Pablo Iglesias.

Hace falta "perimetrar" el nacionalismo catalán con la movilización del "No a la independencia", como propone "The New York Times" para enfado general de los que lo veneran y son contrarios al "procés".

Hace falta "perimetrar" la corrupción del PP para que se extingan las llamas que consumen al partido de la derecha española porque "cuando el monte se quema, algo suyo se quema, señora marquesa".

Incluso Trump necesita la palabra porque quiere "perimetrar" el sur de su país con el muro de México.

Todo se puede "perimetrar" excepto las redes sociales, cuyo sentido es arder por la mano del hombre (y de la mujer, dirían los compañeros socialistas) porque los visitan pirómanos y los habitan brujas y "unabombers".

Son un territorio salvaje al que acuden excursionistas a ser devorados por las llamas.