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Julio Monreal

Miedo a un brexit en el socialismo valenciano

Ha pasado poco más de un mes desde que los militantes del PSPV-PSOE infligieron a Ximo Puig una derrota más contundente y dolorosa que las que ha sufrido ante el PP en su carrera política y sus heridas se van cerrando con el bálsamo de un goteo de apoyos de Pedro Sánchez que se pasan a su lado.

El repuesto secretario general socialista, nada más saludar en su gran noche desde el balcón de Ferraz, envió a su nuevo hombre fuerte, José Luis Ábalos, a València con un mensaje de diálogo y respeto por la figura del líder territorial y presidente de la Generalitat. Llamadas, mensajes, declaraciones de reconocimiento mutuo... Todo era un espejismo. En cuanto el ex diputado por Madrid se sentó otra vez en su despacho de mando las cañas se tornaron lanzas y se desató la ofensiva contra el inquilino de Blanquerías sin medir los daños del ataque sobre el Gobierno autonómico.

Dicen que no hay mejor cuña que la de la misma madera. Y Pedro Sánchez es hijo político de Ximo Puig y también de la lideresa andaluza Susana Díaz. Ellos eligieron a un apuesto diputado desconocido, ex jugador de baloncesto, para elevarle hasta la secretaría general del PSOE a fin de que no ganara Eduardo Madina, parlamentario vasco, víctima de ETA y demasiado 'rubalcabista' para el gusto de los barones territoriales que cortaban el bacalao por aquel entonces. En el pecado llevan ambos la penitencia. Luego, convencidos de que había sido una mala elección, encabezaron el movimiento para derrocarle, y él no lo ha olvidado. De entre los críticos a Puig eligió a uno, el alcalde de Burjassot, Rafa García, para convertirle en nuevo líder del socialismo valenciano con los votos que le habían aupado a él en Madrid.

Sin embargo, en un proceso similar al postbrexit, en el que muchos británicos que habían votado a favor de abandonar la Unión Europea se arrepintieron al atisbar las consecuencias de su decisión, destacados dirigentes del PSPV-PSOE que habían ido a la lucha cuerpo a cuerpo contra la presidenta andaluza han ido pasándose al bando ximista. El argumento se repite como un mantra: han hecho falta 20 años de travesía en el desierto para volver a tener un presidente socialista en el Palau de la Generalitat y eso no se puede poner en peligro por un ataque de democracia participativa. En una palabra, que con las cosas de comer no se juega.

Primero fue el portavoz en las Corts, Manuel Mata; luego la consellera de Sanidad, Carmen Montón; después llegaron el alcalde de Torrent, Jesús Ros; la de Quart, Carmen Martínez; y este mismo viernes la de Castelló, Amparo Marco. Se podría decir en la escala de dirigentes y cargos públicos del PSPV-PSOE una muletilla que triunfó en los tiempos del 'pacto del pollo' entre PP y Unió Valenciana: "Une más el cemento que el acento".

Todo parece indicar que una buena parte de quienes tienen responsabilidad institucional por el partido del puño y la rosa quieren que Ximo Puig sea a la vez presidente de la Generalitat y secretario general, cuestión que será dirimida dentro de dos semanas en votación directa y secreta. Otra cosa es lo que quieran las bases. En las alturas, nadie se ha puesto en el caso de que Puig pierda, y todos saben que en ese caso el presidente pasaría a tener los pies de barro. ¿Dimitirá en el Consell si pierde las primarias? La fontanería del aparato asegura que no, que en ningún caso y sea cual sea el resultado, porque el presidente está desempeñando un puesto para el que fue elegido en las Corts hace dos años, pero ellos saben que nada será igual si eso sucede. Algunos incluso, para consolarse, subrayan que es bueno que haya un candidato alternativo con el que medirse, (siempre y cuando sea para ganar, claro está, aunque el resultado se acerque a un 60%/40%). Si no hubiera aspirante al título parecería que Sánchez permite graciosamente a Puig seguir en el cargo hasta las próximas elecciones.

Los líderes tienen que ser fuertes y también parecerlo. Así lo cree también Rafa García, quien estimó conveniente pedir a su agrupación de Burjassot que le eligiera secretario general para fortalecer su mandato como alcalde. La bicefalia no estaba bien vista entonces a la sombra del pirulí de Àpunt ni ha funcionado nunca en el PSOE. Ni en el PP. Siempre ha sido fuente de problemas y luchas cainitas. Sin embargo en los llamados nuevos partidos es hasta obligatorio, como sucede en Compromís o en Podemos, donde lo llevan con naturalidad. También hay bandos, como en todas partes, y se odian entre ellos, pero conviven. Quizás por la proximidad que le proporciona el Pacte del Botànic, en las últimas horas el equipo de campaña de Puig ha dejado caer que está dispuesto a que haya dos caras visibles, que no dos líderes: el secretario general y un portavoz del partido. El ximismo es consciente de que la tarea de gobierno absorbe gran cantidad de la energía de los cargos institucionales, que son también la cúpula del partido, y que este se ha resentido en su actividad desde 2015. Entre otras novedades, ahora está haciendo campaña de cara a las primarias, cosa que no hizo ante las que ganó Pedro Sánchez hace mes y medio. El día de la Virgen del Carmen, las urnas esperan a los socialistas valencianos. Y desde luego no será para nadie un paseo en barca.

El nuevo PSOE de Pedro Sánchez abre el espacio del centro a Ciudadanos

La abstención de los socialistas a la hora de votar en el Congreso el tratado de comercio con Canadá, el llamado CETA, y otros guiños que el nuevo PSOE de Pedro Sánchez ha querido hacer hacia Podemos, como la intención de derogar la reforma laboral que impulsó Zapatero, han dejado un espacio libre en el centro polìtico que parece abierto expresamente para Ciudadanos. La formación naranja recibe oxígeno en la zona donde se ganan las elecciones después de dos años de votaciones y encuestas en las que ha visto menguar su apoyo social en beneficio del Partido Popular, que recupera terreno perdido en cada ocasión. Sin embargo, la oportunidad no es igual en todos los ámbitos. A escala nacional, Albert Rivera está sacando provecho de su pacto con Rajoy y dejando que cale su mensaje polìtico que ya no es socialdemócrata sino liberal, un espacio que puede ser refugio de votantes del PP asqueados con la infernal catarata judicial de los conservadores. A escala valenciana, en cambio, pintan bastos para los reformadores. Toni Cantó en Madrid; Fernando Giner circunscrito a València ciudad y el grupo de las Corts en llamas no son el mejor escenario para una remontada.

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