Una ola de calor como aperitivo seguida por un bajón térmico propio de la primavera, lluvias torrenciales que han batido récords cerca de Madrid y en puntos de La Rioja, entre otros... Así está siendo el verano 2017: de contrastes, atípico y cargado de vaivenes atmosféricos. No es habitual, pero tampoco es la primera vez que sucede, y más vale que nos acostumbremos, porque a lo largo de esta semana el calor volverá a apretar en muchas zonas de España, y quizá luego venga otro descenso térmico. Precisamente, mientras la atmósfera nos sorprendía, un buen amigo del ámbito de la meteorología hacía hincapié estos días en que es aconsejable que se expliquen mejor algunas cosas a la ciudadanía. La semana pasada, tras los diluvios caídos en amplias zonas del país, la gente escuchó hasta la saciedad un término meteorológico que es nuevo para muchas personas: DANA. Pero si preguntamos a la mayoría, pocos sabrían responder sobre su significado. Es la abreviatura de depresión aislada en niveles altos (atmosféricos, no económicos), el concepto de uso actual en el contexto oficial de la meteorología española, especialmente en el caso de Aemet. Sustituye al de gota fría que conocemos desde hace décadas, y su implantación tiene un buen fin, consistente en evitar la errónea asociación que históricamente se ha hecho entre gota fría e inundaciones o lluvias catastróficas. Aunque a mí, personalmente, me gusta más gota fría que DANA (pienso que es más fácil de entender si se explica bien), comparto la intención y creo que es buena idea clarificar conceptos a la sociedad. Pero para eso no es suficiente con cambiar las cosas, sino que es necesario explicarlas y hacerlo bien. El fondo del asunto no reside en elegir uno u otro concepto porque sea mejor, sino en corregir lo que hace décadas llevó a una buena parte de la población a hacer esta errónea ecuación: gota fría=inundaciones. El detonante de este error fue, seguramente, la catastrófica avenida en la cuenca del Júcar causada por la rotura de la presa de Tous en 1982, tras la que se hizo popular la gota fría. Tras el impacto de semejante episodio debería haberse explicado mejor a la sociedad lo que es una gota fría y que, aunque a veces sí que suceda, ese tipo de situación atmosférica es mucho más habitual de lo que se piensa y no conduce necesariamente a riadas o lluvias torrenciales. Y también aclarar que algunas veces se producen inundaciones sin que haya gota fría/DANA. Por eso, si ahora no explicamos bien el concepto nuevo de DANA, al final sucederá lo mismo y muchas personas acabarán identificando ese término, de forma ineludible, con sucesos catastróficos. Así que sería oportuno que la propia Aemet y organizaciones como la Asociación Meteorológica Española (AME) y la Asociación de Comunicadores de Meteorología (Acomet) hagan un esfuerzo divulgativo conjunto con ese objetivo.