De lo que es el iPhone 8 les supongo informados. En cualquier caso, se lo recuerdo: la octava es la nueva versión -aparecerá en breve- del teléfono inteligente que ahora hace diez años puso a la venta el visionario Steve Jobs. Tan revolucionario, que en una década ya se han vendido mil millones de unidades y ha cambiado para siempre la vida de la humanidad. En cuanto al 361, no se preocupen si no lo conocen. No es un nuevo sistema operativo ni un modelo que se le haya escapado a usted, siempre tan atento a las novedades tecnológicas. Es un teléfono, eso sí. Es el primer teléfono - y el primer número- que tuvimos en la década de los 60 del pasado siglo en casa, en los alrededores de El Entrego. Con el 361 sólo se podía llamar a los pocos cientos de usuarios que tuvieran un número de tres cifras. Para llamar a otras localidades y no digamos a otras provincias, había que pasar por centralita.

Así que no es de extrañar que pasaran días y hasta semanas sin que el 361 sonara. Hasta entonces, los avisos llegaban en forma de chaval corriendo -siguiendo la estela del mensajero de Maratón-, de bicicleta o moto de Correos con telegrama - cuando los puntos se sustituían por stops, precedente de la escritura india de las redes-, por no hablar de los avisos de socorro de Radio Nacional de España, que después de cada boletín rogaba a algún infeliz de veraneo que se pusiera en contacto con su domicilio por "asunto familiar grave". Lo de llamar al cuartel de la Guardia Civil más próximo para localizar a alguien parece hoy ciencia ficción. Pero la Benemérita hacia una gran labor de mensajería a la hora de localizar a alguien en lugares donde ni siquiera la radio tenía cobertura. Tengan en cuenta que no había Google Maps, ni SMS ni mensajes directos. Antes de que llegara a casa el 361 -déjenme que lo llame así a falta de un nombre más técnico-, el único teléfono disponible estaba en las dependencias de un cargadero de carbón relativamente próximo: un aparato de los de dar a la manivela frenéticamente para conectar con una operadora; sí, como las de Las chicas del cable de Netflix. La otra opción era acudir a la villa más próxima, a un kilómetro aproximadamente, donde Telefónica ofrecía unas elegantes cabinas forradas de madera, con asiento y cenicero, donde se podía pedir que te pusieran una conferencia con cualquier lugar del mundo, Igual que ahora el teléfono inteligente tiene sus enemigos -lo culpan de que hayamos perdido la intimidad y la comunicación cara a cara-, entonces el 361, pese al progreso notable que supuso, también tenía muchos detractores. El mismo Hemingway , que no debió de usarlo mucho porque se quitó la vida en 1961, dejó dicho aquello de que "el teléfono y las visitas son los destructores del trabajo". ¿Qué hubiera dicho de padecer el Whatsapp? No les voy a hablar de las ventajas del iPhone y de cómo nos ha facilitado la vida, De eso ya se encarga Apple; y si no, tiene dinero de sobra para anunciarse en la prensa. Tampoco voy a llorar por toda la vida que nos ha hecho perder absorbidos por su pantalla. De nosotros depende, desconectarnos y volver los ojos a la realidad. Lo que sí voy a hacerles es una advertencia que me hacía mi padre cada vez que me veía con las manos en los bolsillos. Por favor, no dediquen una mano exclusivamente al móvil, caminen con las dos manos libres, porque si se caen, pararán el golpe con la nariz. Podemos renunciar a muchas cosas a cambio de las ventajas del teléfono inteligente, pero yo no daría ni un brazo ni una mano a cambio de un móvil, por bueno que sea.