Mientras viajaba en tren apunté algunas notas y reflexiones sobre el libro Sobre la educación en un mundo líquido, de Zygmunt Bauman, quien subraya la importancia de la educación para conseguir el éxito. Sin embargo, los resultados no se ven reflejados en la actualidad porque, según Bauman, «cada vez hay más y más graduados cuyos títulos universitarios van a parar al cajón de los recuerdos de familia» o, como sucede en muchos casos, los jóvenes aceptan un trabajo que no se corresponde con su formación.

Bauman, con el tono mordaz que le caracteriza, señala que «en una sociedad como ésta, cuyos éxitos económicos se consiguen gracias a la educación parece que el saber está fracasando». La educación no garantiza el éxito, basta con hojear informes al respecto o, por ejemplo, la última publicación de Félix Tezanos y Verónica Díaz: La cuestión juvenil ¿una generación sin futuro? (2017). Observan estos autores que «en sociedades como España, donde el paro juvenil supera el 50 % -más del 60 % en determinadas comunidades autónomas- y donde se puede estimar que más del 70 % de los menores de 35 años se encuentran en paro, o tienen empleos en condiciones bastantes precarias, se están produciendo procesos de desarticulación y desorientación social muy profundos y bastante generalizados».

Sin embargo, se dice que tenemos la generación mejor formada. Pero la situación real no es así. Como destacan Tezanos y Díaz, los jóvenes llegan «a la conclusión de que no compensa la aplicación y el esfuerzo que se les pide en los centros educativos».

También en muchas aulas los docentes comprueban la desmotivación y la apatía del alumnado. Tal vez, como dice De Mauro citado en el libro de Bauman, «la persecución de un aprendizaje meramente técnico-científico, olvidando el horizonte crítico, más amplio y más rico, que solo ofrece una educación clásica histórica y filosófica, es incompleto e infructuoso». De la misma forma que es «estéril y peligroso creer que uno domina el mundo entero gracias a internet cuando no se tiene la cultura suficiente que permite filtrar la información buena de la mala».

Esa clase de sociedad en la que «el conocimiento iba a convertirse en la primera fuente de riqueza social y personal» (Bauman) es algo que no ha sucedido, sino más bien todo lo contrario. Ha sido un golpe muy doloroso para todos aquellos jóvenes y adultos que se han tenido que marchar a otros países porque en el suyo, el gobierno ha sido incapaz de cubrir las expectativas de nuestros jóvenes, solo ha propiciado becas paupérrimas y trabajos basura por días e incluso por horas, sin futuro y sin esperanza. Como exponen Tezanos y Díaz, trabajar «implica formar parte de pleno derecho de la sociedad, tener referencias, relaciones, posiciones sociales y, en suma, ser ciudadanos de primera categoría, en las mismas condiciones que los demás, con iguales derechos y oportunidades».

J. Dewey proponía en su libro Educación y Democracia que la educación tiene que ser «primero humana y luego después profesional». Debemos reflexionar sobre el papel de la educación en nuestra sociedad y no olvidar, como decía Platón, que «si nuestros jóvenes reciben la correcta educación y la mantienen, todos nuestros asuntos tomarán un rumbo feliz, en caso contrario... mejor no hablar de ello».