Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El misterio de la emigración

Debe ser un secreto de Estado porque de la ponencia sobre emigración que el G20 encargó al presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, nada ha trascendido hasta el momento, salvo el elogio que la vicepresidenta, Soraya Saenz de Santamaría, le dedicó ayer en la sesión de control en el Congreso.

El cometido más destacado del líder español ante los demás mandatarios, aparte de saludos, estrechar manos, palmadas y fotos de familia, pareció completamente eclipsado por las imágenes en los informativos de las protestas en las calles de Hamburgo, por parte de los que se enfrentan a la globalización como única vía al progreso (de unos pocos) o los antisistema (como les califican los comentaristas a sueldo). Solamente y en boca de un representante de Podemos se les atribuía el mismo derecho democrático de manifestarse que a la oposición en Caracas (aunque no dijo nada de destrozos ni de excesos, de eso se encargó Angela Merkel el día siguiente, tras la agitada noche que vivieron en la ciudad alemana).

Esa ponencia ultrasecreta, que ni siquiera sus corifeos habituales ha resaltado (no va en el argumentario de la semana distribuido desde Génova) ha sufrido el mismo eclipse que el tratado con Japón, que está en marcha y que se supone será tan complicado como el ya firmado con Canadá, del que tanta tinta ha corrido en España, sin que sepamos más de sus diferentes apartados y en qué afecta a diversos sectores españoles (a los valencianos, en especial calzado y demás exportaciones a este país). Japón es una potencia industrial de primera y fundamentalmente exportadora. Habremos de esperar a las sesiones parlamentarias después de las vacaciones, que la de ayer era la última de este tramo legislativo, que se salda con una victoria o acuerdo sobre el techo de gasto, por la mínima, se dirá, pero Montoro rió otra vez y cumplió su cometido. De ahí que, reprobado y todo, como su colega Catalá, se le mantenga y se le dé la enhorabuena tras la votación por los pelos. De ahí que la intervención de Margarita Robles se quedara en un brindis por la moral o la dignidad de la Cámara Baja.

Diversas intervenciones -por parte socialista la diputada Lastra, y por parte del PdeCat el diputado Sucrá-arremetieron sobre los incumplimientos del Gobierno en la materia de la inmigración, comparando la cifra que se comprometió a acoger y el millar y pico que al cabo del tiempo ha acogido. Claro que queda hasta septiembre. En particular el catalán recordó que la Generalitat había ofrecido acoger a más de 4.000 inmigrantes (refugiados en puridad). Se recordará que también València se ofreció como ciudad de acogida y una pancarta estos días en el Ayuntamiento de Madrid recordaba la urgencia de acoger a los refugiados.

En España, este problema se vive mirando a Oriente y mirando al sur, porque últimamente la tragedia de la llegada de emigrantes, sobre todo subsaharianos, ha elevado la cota de muertos en la travesía con patera. Del trato que se da a estas personas en los centros de internamiento se han hecho todo tipo de denuncias y la alcaldesa Manuela Carmena quiere suprimirlos en la capital del Estado y busca otras vías más dignas de alojarlos.

Por supuesto, la vicepresidenta, ayer, no supo dar cifras ni de cuántos medios se dispone, ni qué método seguir, lo achacó a un problema europeo, de la UE. Por lo que justificadamente Sucrá tuvo razón en decir que es un fracaso de Europa y de este Gobierno.

Compartir el artículo

stats