Conozco a Ximo Puig desde hace años, cuando yo era rector de la UJI y él alcalde de Morella. Sus conciudadanos le renovaron la confianza las veces que se presentó a la reelección pese a todos los esfuerzos que hizo Carlos Fabra por hacerse con esa alcaldía emblemática. Fue un gran alcalde hasta que dimitió al ser elegido secretario general del PSPV, un acto que le honra y que demuestra que tiene claro cuando un cargo orgánico y otro institucional no deben compaginarse.

Ahora es un excelente president de la Generalitat cuyos actos le hacen digno merecedor del tratamiento de Molt Honorable que conlleva su cargo. Esto no sería remarcable si no hubiéramos tenido presidents que, a la luz de los sumarios judiciales, merecen el tratamiento de molt deshonrable. Ximo y su Gobierno están consiguiendo levantar la hipoteca reputacional de la Comunitat Valenciana, que tan cara nos ha costado, consecuencia de los bochornosos actos de gobiernos pasados.

Ximo ha conseguido que su gobierno cambie el rumbo de la Generalitat desarrollando un programa de gobierno de izquierdas a partir del pacte del Botànic. Y lo ha hecho en condiciones megadifíciles, tanto por la falta de recursos (consecuencia de la escasez en financiación e inversiones del gobierno central y del triste liderazgo que ostentamos de endeudamiento) como por la complejidad de encabezar un gobierno de coalición, con apoyo parlamentario de los firmantes del pacte, que hasta ahora está funcionando con una cohesión envidiable.

No era fácil revertir el desmantelamiento de los últimos años de la educación y sanidad públicas, de la dependencia, de la política de vivienda, de la radiotelevisión valenciana, de la cultura, etcétera, pero lo están consiguiendo.

No era fácil sustituir la cultura del dinero fácil, a costa de lo que sea, por la del esfuerzo, la del apoyo al pelotazo por la de apoyar a la economía productiva, pero lo están consiguiendo. No era fácil que la Comunidad volviera a ser visible en Madrid pero Ximo lo está consiguiendo con su persistencia en reivindicar el trato justo que merecemos los valencianos en múltiples foros fuera de nuestra tierra, condición indispensable para remediar el maltrato que padecemos.

No conozco a Rafa García, el rival de Ximo en las elecciones del día 16 a secretario general del PSPV, pero me merece respeto el paso que ha dado porque una campaña supone un compromiso colectivo y trabajo altruista. Sin embargo, no me lo merece el que sus partidarios manejen como idea fuerza que es conveniente una bicefalia entre Secretaría General del partido y Presidencia de la Generalitat. No me merece respeto porque no han planteado y votado esa moción en el reciente congreso del PSOE, lo que denota que no es un argumento por el bien del partido sino contra Ximo, y ¡basta ya de ir en contra de él en el PSPV! ¿Defenderán lo mismo cuando Pedro Sánchez concurra a primarias? Apuesto a que no se comprometen a ello porque saben que actualmente no es buena la bicefalia, ni a nivel federal ni a nivel autonómico.

Yo votaré a Ximo por lo que está haciendo en el partido y en la Generalitat. Lo votaré porque como secretario general fue pionero en abrir el partido y celebrar con gran éxito las primeras primarias abiertas de la historia del PSOE. Por su apuesta por dar voz y responsabilidades a los jóvenes. Porque sé que mantendrá una voz propia del PSPV cuando sea necesario, sin hipotecas con nadie. Porque sé de su afán regenerador del partido. Lo votaré porque es un hombre de izquierdas que lo demuestra con sus actos. Es una persona dialogante, cercana, que sabe escuchar y fomenta el pensamiento divergente, que es tolerante como pocas personas he conocido.

Todas las razones anteriores son suficientes para votar a Ximo, pero lo votaré además por otra trascendental para mí: porque tras 20 años sin gobierno socialista, es hora de fortalecer a Ximo Puig como president, no de debilitarlo. Si la militancia no eligiera a Ximo como secretario general, ¿cómo se puede entender que no lo quieran para gestionar la propia casa pero sí la de todos los valencianos? ¿Se imaginan la alegría de otros partidos y como aprovecharían la debilidad para arremeter con el objetivo de que el próximo president no fuese socialista? Por todo ello, el día 16 ¡a votar a Ximo!