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La pela es la pela

Los patriotas del PDeCAT, el referéndum y su patrimonio personal

Puigdemont quiere conocer el compromiso de sus consejeros con el referéndum. La implicación en asuntos tan resbaladizos e inciertos, como es el caso de la consulta ilegal catalana, responde a los estados de ánimo de quienes los afrontan. Y los estados de ánimo han empezado a flaquear. Los consejeros del PDeCAT se creían esta historia de patriotas independentistas hasta cierto punto, seguramente hasta donde el sentido de la oportunidad y la ocasión les guiaba. Entonces Barcelona era una fiesta, los patriotas nacionalistas cabalgaban ufanos sobre una nube, pero resulta que con los nuevos vientos secesionistas al Gobierno en Madrid le ha cambiado la cara, ha mostrado un rostro ceñudo, y a ERC, que son los verdaderos independentistas, también. Exigen compañeros de viaje dispuestos a dejarse la piel. Madrid lleva un tiempo segando la hierba que crece bajo los pies del nacionalismo temeroso de la pela. Y, en Cataluña igual que sucede en otros lugares pero con la particularidad que aporta el tópico, la pela es la pela. Los consellers más timoratos, dispuestos a jugar la partida de la insurrección hasta donde el bolsillo no lo impide, no se quieren ahora mojar. Puigdemont se ha visto obligado a emprender una remodelación de gobierno a poco más de dos meses de la asonada. Junqueras se resiste, es natural, a ser el único en comerse el marrón y prefiere el riesgo compartido. La pela siempre ha intermediado de una u otra manera en la resolución del problema insoluble catalán. Fue protagonista con Pujol al que Aznar apuntaló con los votos del PP. Y en la carrera del tripartito, que empezó a presagiar la deriva socialista. Vuelve a ser crucial.

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