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Envidia

Es un viejo bolero de Antonio Machín y un pecado capital de práctica generalizada incluso por esas gentes de golpe en el pecho, que todavía la hay. Lo peor es cuando el golpe es en la espalda en lugar de la pectoral, algo muy en boga hoy día, incluso en el mundo del artisteo, donde se suelen dar más zancadillas que en el verde césped del fútbol. La envidia hace que las gentes critiquen a Javier Sánchez Santos, el valenciano hijo o algo parecido de Julio Iglesias, de quien se ha dicho que quiere cobrar medio milloncito de euros por su primera entrevista como recién nacido retoño del cantante. Lo que desearían los envidiosos es encontrarse en situación de embolsarse esa pasta absolutamente gansa.

Envidiable la categoría artística de la coplera valenciana Julita Díaz, que el pasado martes actuó en los Jardines del Palau, dentro de la programación ferial. Al margen de que haya o no truco en sus actuaciones, Julita es una grandísima artista, con el defecto de que ella es cantante y no oradora. En esa actuación habló en exceso entre copla y copla, y cuando quiso ser agradecida con el señor «Tuset», (así, con «T», lo dijo) por contratarle, el siseo discordante del público fue sonoro. Nada comparable al tremendo abucheo generalizado promovido cuando dio las gracias a «nuestro señor alcalde», provocando que los tres mil asistentes dedicaron al señor Joan Ribó el más unánime y «cariñoso» recuerdo y no por envidia, precisamente. ¡Con lo guapa que está Julita Díaz calladita...!

Emilio Solo cerró el espectáculo contra reloj. Gran artista y gran persona, actuó un tanto precipitado y no enganchó al público como ocurre en todas las ocasiones, si bien manifestó que «hay quien se le dan veinte minutos de actuación y los mide con un reloj de arena». Dio su mitin político acostumbrado, sin olvidarse de saludar, según su proverbial costumbre, a los Vicentes Alventosa y Sanz, allí presentes. ¡Qué envidia!. El triunfador de la noche fue el humorista de Albal Paco Calonge, que se llevó al público de calle o de cauce a base de sus risas, y puso a la numerosísima audiencia en pie, y no precisamente para marcharse. El viernes, en Albal, compitió con otro humorista, Félix, El Gato, a quien también venció a los puntos y no porque jugara en terreno propio..

Había muchos otros artistas presentes en los Jardines del Palau, porque pese a las envidias, los artistas van a ver a los artistas. Incluso Mari Carmen Charcos, la considerada «viuda» de Bruno Lomas, no se pierde una actuación. Y también estuvo Miguel Brass, ese gran canario, maestro del Music Hall y showman de extraordinaria categoría, que arraigó en València desdeñando la fama y la fortuna que se le ofrecía lejos de esta ciudad . Miguel se despide del escenario el próximo sábado, 22, en la Plaza del Pilar, donde actuará junto a Javier Vila. «Ya nunca volveré a subir a un escenario. Me retiro definitivamente», dijo. Vamos a echar mucho de menos a este divino calvo... y no por envidia.

Pasado mañana, miércoles, la música de Queen llega al Olympia, con el estreno absoluto del musical We Love Queen, que según Fernando Gonzalo, su productor, no es un concierto, sino un espectáculo con un hilo argumental y 16 canciones del mítico grupo londinense. Hay bailarines y cantantes actores, destacando otro canario, Jorge Bettancor, que emulará al inolvidable Freddie Mercury. Gonzalo afirmó que estrenan en València porque triunfar aquí es toda una garantía de éxito para la gira que inician. Por eso nos tienen tanta envidia a los valencianos.

Envidia sana la que suscita el éxito de la producción valenciana Por los pelos, que el próximo domingo termina en el Talía su larga temporada tras ser vista por más de 12.000 espectadores. Todo un record de esa peluquería que regenta Carles Castillo, mucho más divertida que esa otra Pelu-quería abominable que ha puesto en antena La 1 de TVE. Es tan mala que está haciendo buena la nefasta «Hora Punta» del androide Javier Cárdenas, a la que ha sustituido. Sin duda, otra tomadura de pelo de la televisión pública, ésta vez con peluqueros y todo...

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