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Alfons García03

Cuestión de soberanía

El hombre es ese animal que tropieza no se sabe cuántas veces con la misma piedra. O parecida. Pedro Sánchez llevó mal en su primera etapa la libertad (vale, a veces libertinaje) de los líderes territoriales (esos a los que Madrid suele mirar por encima del hombro con la etiqueta de barones) y ansiaba poner coto a ese poder periférico tras su regreso triunfal a Ferraz. Los socialistas valencianos, los mismos que le demostraron masivamente que estaban con él -a pesar de su secretario general- le han dicho ahora que no se crea que puede mancillar la soberanía del PSPV. Si alguien pensó en Ferraz que la portentosa ventaja lograda por Sánchez en las primarias federales le facultaba para quitar y poner al líder de la federación valenciana y teledirigirla a 365 kilómetros de distancia, erró el tiro.

Ximo Puig se equivocó con su participación activa en la operación de derribo de Sánchez en octubre de 2016, le faltaron luego explicaciones a los suyos y volvió a medir mal al implicarse hasta las cachas por Susana Díaz cuando sus bases no se creían a la presidenta andaluza ni bajo hipnosis. Y la militancia se lo hizo saber el 21 de mayo. La bofetada fue sonora: en forma de 35 puntos de diferencia entre la candidata de Puig y el héroe Sánchez. Esa misma militancia ahora ha dicho al gran jefe socialista que no estaba dispuesta por las rencillas personales y políticas entre ambos a poner en peligro la presidencia de la Generalitat, más cuando no tenía nada que decir en contra de sus políticas (ni el propio candidato alternativo, Rafa García, encontró algo a reprochar), ubicadas en la línea izquierdista (digámoslo así) que Sánchez propugna en su nuevo reinado. Vamos, que no valen unas diferencias orgánicas (si el partido tiene más o menos voz propia) para mover la silla al jefe del Consell. Remontar esos 35 puntos de diferencia en dos meses es el sonido del mensaje que ahora le toca escuchar al líder del PSOE.

Cuesta creer tras las experiencias pasadas, pero es hora de que Sánchez y Puig tomen nota de los recados. Lo tienen más fácil, ahora que las grandes líneas de sus proyectos van por el mismo carril (entendimiento con las fuerzas progresistas, modelo plurinacional de España?) pero volviendo al refranero, ya se sabe el animal con inexorable tendencia al monte.

La militancia está en el centro de los debates, se ha revitalizado y parece la protagonista del momento. Quizá sea impopular, pero los socialistas deberán afrontar antes o después qué modelo de partido quieren, si uno replegado hacia sus propias bases, que consulte casi todas las decisiones, o uno abierto a la sociedad civil, próximo en sus intereses a los movimientos sociales, al estilo Macron en Francia. ¿Serán las primarias abiertas de 2014 que el líder valenciano tanto nombra un fenómeno pasajero? Ya veremos si la próxima brecha entre Sánchez y Puig llega por ese flanco: el modelo de partido.

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