Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alfons García03

Damià Mollà: Un liberal en la tercera vía del valencianismo

Damià Mollà fue sobre todo un demógrafo. Buena parte de los trabajos de sociolinguïstica de Rafael Ll. Ninyoles, tan destacados y recordados, beben del fondo de datos de aquél, un sociólogo de la generación perpleja de Josep Vicent Marqués. Pero esa labor callada y de despacho no justficaría una extensa reseña biográfica ahora que se acaba de ir discreta y elegantemente, como prefirió que fuera su última etapa vital y profesional después de los fuegos de artificio de los años ochenta y tempranos noventa, años de sacudida de las bases teóricas del valencianismo. Porque qué importa toda la fría actividad científica y académica si uno, durante un puñado de años, estuvo en el centro de una tormenta (social y política) que ha dejado huellas que llegan hasta hoy. ¿Sería Compromís lo que es sin aquel zarandeo intelectual? ¿Existiría la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) sin aquella semilla convergente?

Hay palabras que evocan otros tiempos. Convergencia, tricolor, tercera vía... Muchas páginas y tinta. Mucha en este mismo diario. Levante-EMV fue el espacio (no libre de críticas en ocasiones) de aquel debate sobre las esencias y el futuro de un nacionalismo que volvía a ir acompañado del adjetivo valenciano y se desligaba de sueños pancatalanistas.

Damià Mollà (Bocairent, 1946 - 2017), que había sido uno de los fundadores del grupo político Germania Socialista con Marqués y Celia Amorós (imposible no citar el título del manifiesto original, de 1972: La classe treballadora davant l'opressió al País Valencià com a poble), fue fundamental en aquel intento de entendimiento entre blaveros y catalanistas (por utilizar la terminología más extendida). Al menos entre quienes estaban dispuestos a aportar unos gramos de sensatez a una batalla (de València) que nunca debió ser, pero fue. Y tanto que fue. La mejor muestra de que fue son los 200.000 votos que por entonces podía aglutinar una pujante Unión Valenciana bajo custodia de Vicente González Lizondo, casi-alcalde de València en 1991.

En ese contexto, complejo y áspero, en el que el ayuntamiento del cap i casal llegaría a utilizar las Normes del Puig pocos años después, Mollà decidió salir del confort universitario y ensuciarse las manos. Lo hizo con Eduard Mira (sociólogo con el que le unían lazos familiares) a través de un libro exprés que desató la polémica: De impura natione. No sin ironía (como ha destacado en alguna ocasión Toni Mollà), el ensayo ganó el Premio Joan Fuster de 1986 y fue publicado por 3i4. Lo de exprés, cuenta el propio Mira, hoy miembro de la AVL, es porque el libro lo redactaron en un mes para llegar a tiempo de presentarlo al premio. En una caseta en Xàbia, con un Commodore 64 y durmiendo algún día en el suelo, pusieron «prosa emocional» a una idea compartida tras horas de conversación.

El resultado, o al menos lo que uno recuerda hoy como ideas principales de aquella historia, es la apuesta por un valencianismo posible desligado de la izquierda y por una construcción nacional propia, desconectada de la utopía fusteriana de los Països Catalans. Para unos, fue el origen de un valencianismo de conciliación, tricolor o convergente. La tercera vía, en titular periodístico. Para otros, neoblaverisme y neorregionalismo, una mano de pintura académica a una ideología que había prosperado a base de populismo y episodios de violencia.

El periodista Toni Mollà fue uno de los discrepantes. Uno de los primeros artículos contra la tercera vía lo publicó en las páginas de este diario en julio de 1987. De impura natione: un fals debat se titulaba aquella reflexión contra el «revisionismo antiilustrado» que veía en la propuesta de los dos sociólogos.

Para entender a Damià Mollà, fue quien animó al periodista a publicar aquel artículo. «Era lo que no ha habido en este país guerracivilista y de rojos i blaus: un liberal de pensamiento y talante». Lo dice quien tuvo más discrepancias que coincidencias con él.

El debate no se quedó en los papeles. El sociólogo impulsó a continuación con Vicent Franch las tertulias del Hotel Inglés a modo de acercamiento entre blaveros y catalanistas. Algunos de los que hoy lideran instituciones tras el éxito electoral de Compromís se forjaron allí, como Vicent Flor. El director del MuVIM, Rafael Company, escribió a Mollà tras De impura natione confesando que compartía bastantes de sus ideas, pero que no pensaba salir de ese armario. Sin embargo, lo haría en las tertulias del Inglés. Company fue coautor con Franch, Agustí Colomer y Miquel Nadal de Document 88, una especie de segunda parte de la obra de Mira y Mollà, el cual estuvo en la concepción del ensayo colectivo.

Al margen de libros y artículos, su legado cívico desconocido, cuenta Company, incluye su papel protagonista para neutralizar que el Ayuntamiento de València asumiera las secesionistas Normes del Puig. Después, fue apartándose de la tribuna pública para refugiarse en la cátedra universitaria. ¿Qué pasó? Quizá el lastre de la apuesta por aquella Convergència de Rafael Blasco, el ahora exconseller del PP encarcelado. ¿Descreído? Es especular. Prefirió evitar la exposición pública. Y así se fue: murió y fue enterrado la pasada semana sin que trascendiera hasta días después.

Compartir el artículo

stats