A los británicos, ya se sabe, la Unión Europea siempre les interesó mucho menos como proyecto político que como libre mercado y así enredaron en Bruselas todo lo que pudieron para frustrar lo primero.

Con el Reino Unido ya en la vía de salida por haberse impuesto la engañosa demagogia en el referéndum sobre el Brexit, quienes siempre vieron en la UE un espacio para el libre movimiento de mercancías y capitales han perdido a su principal adalid.

Y ahora parece querer tomar el relevo otra potencia comercial como es la pequeña Holanda, que anda en busca de aliados para esa causa sobre todo entre los países de la Europa del Este, los escandinavos o las pequeñas repúblicas bálticas.

Su primer ministro, Mark Rutte, se ha reunido últimamente con algunos de sus colegas de esos países, que parecen desconfiar del refuerzo del eje Berlín-París, en el que tan interesado está el nuevo presidente de Francia, Emmanuel Macron.

Los holandeses forman parte del llamado Benelux, núcleo fundador de la Unión Europea, aunque sus integrantes parecen mantener, según sus intereses, posiciones divergentes.

Así, los holandeses quieren facilitarles las cosas a sus antiguos aliados británicos para que el Brexit sea lo menos duro posible y poder así seguir comerciando con ese país.

Luxemburgo, importante centro bancario y durante mucho tiempo paraíso fiscal en el corazón de Europa, exige por el contrario unas negociaciones duras con Londres, lo que le permitiría reforzar así su propia plaza financiera.

Y Bélgica, un país con dos almas - la flamenca y la valona- parece inclinarse más de lo que le gusta a sus vecinos holandeses por el eje franco-alemán como forma de impulsar la unificación política del continente.

Holanda siempre desconfió de la integración europea y se subió al carro porque no quería quedar marginada aunque sin auténtica convicción europeísta.

Y ahora que su viejo socio británico se baja de ese carro, Holanda busca por todas partes nuevos aliados para resistir las presiones que van a llegar sobre todo de París.

El Gobierno de La Haya no quiere ni oír hablar de la creación de un ministro europeo de Finanzas o de un presupuesto único para toda la eurozona, como quiere Francia.

El Reino Unido podrá salir de la UE, pero su espíritu euroescéptico tiene continuadores.