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S. Jaime: de los cuartilleros en bicicleta, a Hemingway

Desde que fuera inaugurada la plaza de Toros de Valencia en 1860, arquitectura inspirada en el coliseo romano, la Feria de san Jaime, madre nodriza en cuyo derredor se levantó la Feria de Julio, fue famosa entre las grandes de España. Las figuras más notables del toreo desde los sanfermines de Pamplona bajaban a Valencia a actuar en nuestra plaza.

En las largas colecciones de textos taurinos periodísticos existentes en las hemerotecas pasta base y fuente importante para construir parte de la historia de los toros en Valencia aparecen nombres como Bombita, Carmona, Lagartijillo, Gaona, Machaquito, El Gallo, Cocherito, Lagartijo, Valenciano, Carmona, Espartero, Cara Ancha, Fabrilo, Guerrita, Gallito, Belmonte, Bienvenida, Ordóñez, Manolete, Arruza, Armillita, Granero, Chicuelo, Dominguín, El Litri, El Cordobés, Palomo Linares, € José Gómez «Gallito» y Juan Belmonte «Terremoto» llegaron a crear sus propios partidarios y banderías, los gallistas, y los belmontistas.

Nació a principios del siglo pasado la poesía taurina basada en hechos considerados épicos. Un valenciano, el poeta Rafael Duyos, tiene un precioso poema dedicado al banderillero Enrique Berenguer "Blanquet", peón de confianza de Joselito y Granero, quien cuando olía a cera predecía alguna muerte de torero. Predijo la de Granero. También la suya propia en una corrida en Sevilla, en que terminada murió de un infarto.

Al término de las corridas de la Feria, toreros y sus cuadrillas desfilaban en coche de caballos por el recinto de la Alameda «vestidos de corto y con sombrero ancho», cuenta Almela y Vives, «claro está que si habían actuado desgraciadamente no hacían acto de presencia».

Atrajo la celebración taurina siempre a ilustres visitantes. En 1925, el escritor Ernest Hemingway, seguidor del torero Cayetano Ordóñez, vino con él a Valencia a la Feria. Le encantó Valencia a Hemingway, a la que cita en varias de sus obras. Aquí escribió su novela «Fiesta» en una habitación del Hotel Reina Victoria. Gustaba del clima y la gastronomía. «En Valencia es condenadamente estupendo comer en la playa o en la ciudad un buen melón con una jarra de cerveza muy fría», dijo. Luego volvió a Valencia durante la pasada Guerra Civil , aunque como corresponsal de guerra para periódicos americanos. En 1959, volvió por tercera vez ahora de nuevo en viaje de placer y recuerdo, tiempo en que aprovechó para asistir a las corridas de la Feria de Julio. En el Museo Taurino de Valencia hay constancia documental de ello. También tuvo la Feria de san Jaime entre los ilustres espectadores a Ava Gardner y Marlene Dietrich, ambas enamoradas de la tauromaquia.

Para el periodismo, esta Feria laica, a pesar de llamarse de san Jaime, sin ninguna celebración religiosa, fue un tiempo curioso. Se inventó en los diarios la figura del cuartillero, encargado de llevar en bicicleta las cuartillas que escribía a mano el crítico taurino entre toro y toro, hasta las redacciones, donde se pasaba a las linotipias de plomo para que se fuera componiendo la sección.

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