Descartado (es una opción) que exista un más allá, ¿habrá al menos un último instante en el que verse desde fuera? Al respecto existe la famosa leyenda urbana del desfile comprimido de imágenes y secuencias de la vida completa. Puesto que se trataría de un instante fuera del tiempo no sería difícil colgar de él la idea de eternidad instantánea. La cuestión que me trae a estos tontos devaneos es la de si Miguel Blesa habrá dispuesto de ese momento para ver la banalidad de todo lo que tuvo valor para él, cuyo culto le habría llevado a patinar y caer, pero también para observar con distancia su propia soledad tras la traición y el acuchillamiento por amigos, cofrades y pelotas. En la mayoría de las muertes inducidas habrá, creo, una voluntad de apagar el sistema bloqueado para librarse de su angustia, sin esperanza de reseteo, pero ese postrer pantallazo clarividente sería de justicia.