Hace ya dos años,el 29 de julio de 2015, Dolores Moya fue quemada en su propia casa. La jueza de Llíria decretó el ingreso inmediato en prisión de su marido, Marcos Cabo, concejal también de EUPV, acusándole de presunción de asesinato y quitándole la patria potestad. A los pocos días, él se suicidó en la cárcel de Picassent.

Esto no es algo extraordinario, ocurre con demasiada frecuencia. Hay un tanto por ciento muy elevado de maltratadores que se suicida después de hacer lo que el patriarcado les ha grabado a fuego. La violencia machista no distingue de colores políticos, actúa de manera autónoma.

Casi nada se hizo por la memoria de Dolores, un pacto de silencio en todos los grupos municipales y un tema tabú a quienes mencionábamos su nombre. Incluido su propio partido. Sabemos que luchar contra el machismo no siempre es tarea fácil pero no podemos callar, no podemos borrar a la gente como si no hubieran existido.

Dolores no tuvo homenaje ni reconocimiento a pesar de haber sido cargo público del Ayuntamiento de Serra. Sus padres y hermanos nunca han recibido ningún apoyo ni muestras de solidaridad de las instituciones. Un minuto de silencio en el Palau de la Generalitat por la exconcejala de Serra.

Como muchas mujeres, Dolores vivía la violencia de puertas para adentro y cuando decidió poner fin a esa relación, él la asesinó, la quemó en su casa como ya le había advertido. Está todo en el sumario. ¿Es esto nuevo? No, esto es la violencia machista que siega vidas de mujeres.

Dolores fue reconocida por el ministerio como víctima de violencia de género pero nunca se le ha querido reconocer en el pueblo donde vivió muchos años, donde fue concejala, donde luchó por una vida mejor para las gentes de Serra. Una mujer valiente, una persona muy sociable que tenía amigos de todas las tendencias políticas.

Recientemente, en último pleno del Ayuntamiento, por fin, el grupo municipal de EUPV presentó una moción de reconocimiento y homenaje a su persona pero solo obtuvo 2 votos a favor, los suyos propios. El resto de los grupos municipales -PSPV, Ciudadanos, PP y Gent de Serra- votaron en contra o se abstuvieron. ¿Qué nos indica esta actitud de ni siquiera reconocerla como ciudadana víctima de violencia machista?

¿Se imaginan que un futbolista, médico, comerciante, agricultor de Serra hubiera tenido un desenlace dramático, por supuesto mucho menor que lo que acabó con Dolores? Ya tendría una calle dedicada y alguna placa, no lo duden.

La complicidad del tejido social y político con la violencia machista es el pacto de silencio. Han practicado lo que se llama su segunda muerte, la muerte civil de una ciudadana. Dolores Moya, la mujer que nunca existió.