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Tronos desde cero

La sociedad que me rodea finalmente lo ha conseguido. Todas esas voces que han estado machacándome con más vehemencia que la sintonía de creditea que fortuna la mía, ya pueden dejar de insistir porque lo han conseguido. Finalmente he cedido a la presión. Por cansinos y reiterativos, esta semana he empezado con «Juego de Tronos», la primera temporada. He decidido que quiero dejar de sentirme como un anciano que toca un «smartphone» por primera vez, para ver aquello de lo que todos hablan.

Hasta llegar a este punto, lo mío ha sido un acto de rebeldía «hipster» cultureta, una resistencia premeditada, una actitud del que nada a contracorriente de los gustos de todos a una, como «Invernalia» más que como «Fuenteovejuna».

Corría el año 2012, cuando Antena 3 emitía los primeros episodios de lo que sería un fenómeno global, por entonces todavía era capaz de ver una serie a capítulo por semana en la televisión convencional. Lo dejé enseguida, hasta hoy. He vivido todo este tiempo ignorando todo lo que envolvía a la ficción y su relación con la actualidad. Cada vez que Pablo Iglesias hacia referencia a ella o le regalaba un DVD al Rey, no sabia de que iba la cosa, más allá del explicativo nombre de la serie. Ni idea de que mundo recreaban cuando los titulares anunciaban rodajes de no se qué temporadas en Sevilla o Peñíscola....

Pero todo esto va a cambiar, toda mi ignorancia se convertirá en inclusión social, ahora ya no me sentiré fuera de lugar en tantas conversaciones, nadie me podrá exclamar «¡Pero no la ves, qué raro, seguro que te encantaría!». Incluso alguien me dijo recientemente con voz de mono «seriófilo», la suerte que tenía por poder vivir la historia desde cero, «¡Pues entonces no te cuento nada...!» me dijo excitado...

Pues no me digáis nada, «spoilers» de mi vida. De momento llevo tres capítulos y la cosa me resulta bastante lenta, aunque estoy a la espera de esa adicción que me prometen todos los fieles. Ahora sólo sé que no paran de decir eso de que ya se acerca el invierno, y no sé de que hablan. Sólo sé que dejo de ser un «outsider», un espectador alternativo, ahora ya soy uno más...

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