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La estrategia del iglú

Almudena: «Fuera hace mucho frío. Soplan vientos helados. La temperatura ha bajado tanto que es imposible sobrevivir a la intemperie si no buscas refugio cuando se hace insostenible la situación. Borrascas de intolerancia. Sentimientos bajo cero. Comprensión congelada. Respeto en hibernación colectiva. Un paisaje inhóspito de gente que grita, apedrea, insulta, ensucia, desprecia y maltrata. O mata directamente. Ante ese escenario polar sólo puedo oponer la resistencia de mi iglú privado. Íntimo. Un iglú está hecho de nieve compacta con varios niveles interiores que mantienen la temperatura a un nivel soportable. Eso hago yo.

Mis lecturas hacen más cálido el ambiente. No son lecturas apresuradas ni estériles, no se basan en la avalancha de comentarios de las redes sociales o los mensajes sin sustancia al móvil. Narrativa, poesía, ensayo, biografía, viajes? Ninguna experiencia me es ajena y la asumo como propia cuando alguien de talento la cuenta. Mi padre decía que cuando hay un buen libro cerca sólo los tontos se aburren. Pero también están las películas. Cierto es que las carteleras ofrecen naderías en un 90 por ciento, pero la historia del cine nos ha legado miles de títulos que ver y volver a ver para captar toda la sabiduría que albergan. Y tengo también la música, que no suele ser la que invade machaconamente las radios y listas de éxitos.

Con un iglú tan grande no tengo problemas de movilidad mental y fuera se queda el frío que hiere y luego mata porque deja nuestras neuronas tiritando y a punto de estar momificadas. Por fortuna, hay más supervivientes como yo. No se quedan delante de un televisor viendo embobados programas que denigran la dignidad humana al servicio de las audiencias masivas y facilonas, no escapan de un libro como si mordiera, no se meten a un cine a devorar palomitas y sorber burbujas ante imágenes que les tratan como a público ganado de antemano. Cabemos todos en mi iglú y con el calor que aporta cada uno podemos conseguir que el infierno helado que espera fuera arda de impotencia: no va a entrar».

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