Cuando oigo frases del estilo de «sea como sea», «a cualquier precio» o «por encima de todo», siempre me asusto porque suponen una simplificación de quien solo es capaz de ver el problema desde un punto de vista.

Si un entrenador dice, vamos a ganar este partido «sea como sea», supongo que no se refiere a vulnerar la ley, hacer trampas, ser violentos o yo qué sé. Solo se puede ganar un partido jugando mejor, planificando, teniendo más suerte incluso. Nada más.

Leer a un político de izquierdas, afirmando que la urgencia de crear empleo está por encima del mantenimiento de las dunas del Saler, es desolador. Hacer política progresista es precisamente lo contrario, analizar con amplitud de miras y evitar efectos graves, mal llamados secundarios. Si la solución para resolver los problemas del presente es destruir el futuro, mal estamos. Para eso no necesitamos políticos.

Algo parecido ocurre con el turismo, una industria ensalzada hasta el hastío, pero sin directrices políticas coherentes. Solo hay una, sumar turistas cada vez más, y más, y más, y multiplicar por el gasto medio creciente. Los resultados son espectaculares y llenan las cabeceras de los noticieros. Ni una palabra de los efectos devastadores y, mencionarlos, es traicionar a la patria. No seré yo quien defienda actos violentos al respecto, en absoluto, pero es evidente que alguien debía haberse adelantado previniendo que pasar del turista un millón a casi setenta, requiere cambios.

Si el turismo enriquece algunos bolsillos, pero deteriora la convivencia, destruye el medio, hace tambalearse el paisaje, entiendo que merece una reflexión profunda para resolver las contradicciones.

Hagamos una sencilla división en un municipio costero; el dividendo los metros cuadrados de playa y el divisor los usuarios que habitan hoteles, apartamentos, viviendas, el cociente es una exigua superficie asignada a cada cual, y el resto, ya se imaginan el resto de la historia, riñas por un metro cuadrado, y multas por poner la sombrilla de madrugada, cuando aún no ha amanecido. Y el sol que se despierta sorprendido murmurando, ni siquiera saben dividir.

Nadie pensó ayer que esto iba a acabar mal. No crean, ya se oían voces críticas, pero eran campañas orquestadas por antipatriotas, claro. Para qué atender si hay dinero fácil al alcance de la mano.

Mientras, algunos se sorprenden del conflicto, y otros creen que hay que seguir sea como sea. ¿Hay alguien más?