Cuando James Damore escribió diez hojas tituladas "La caja de resonancia ideológica de Google", desconocía que pasaría de ser un ingeniero invisible más de la compañía tecnológica a desatar dos debates encarnizados en todo el mundo: uno sobre las diferencias funcionales entre los hombres y las mujeres, basándose en la biología y en la psicología evolutiva, y otro sobre la libertad de expresión en el ámbito laboral.

El fin de semana pasado, el joven de 26 años, un biólogo e ingeniero informático de Google, con una mente privilegiada, quiso ordenar sus pensamientos en un memorando de diez páginas que al poco tiempo de publicarse fue tildado por la prensa como "Manifiesto machista". En este documento, el empleado de Google analizaba cómo conseguir una mayor presencia femenina en la compañía. O eso quería expresar él. Sin embargo, la multinacional lo despidió inmediatamente al conocer el contenido del texto y ver la defensa que hacía de la diferenciación biológica entre los hombres y las mujeres y la incapacidad de tener las mismas aptitudes y ambiciones en el campo laboral y tecnológico. "Los hombres son más agresivos a la hora de alcanzar cierto status frente a las mujeres, que sienten ansiedad al pedir un aumento", escribía Damore en sus papeles.

James Damore denunció a su compañía por considerar que su despido había sido irregular y se fotografió con una camiseta de protesta con la palabra "Goolag", en referencia a los campos de trabajos forzados de la URSS, lugar de castigo para los disidentes. Reivindicaba su libertad de expresión en el ámbito laboral.

En las redes sociales no tardaron en formarse dos bandos enfrentados. Aquellos que defendían las distintas habilidades de los empleados según su sexo y los que consideraban el debate como una aberración que atentaba contra la igualdad. Pero muy pocos abrieron una conversación alternativa: la de si el despido era merecido o se trataba de silenciar una opinión discrepante con la política proclamadamente progresista de Google.

La socióloga Soraya Clavo sugiere que la empresa tiene sus propios motivos para el despido ya que "un empleado estropee tantos años de marketing corporativo supone pérdidas millonarias para la empresa".

El texto de Damore dice cosas como ésta: "Los hombres tienden a sentirse más cómodos si trabajan con cosas. Las mujeres, de media, son más abiertas en sus sentimientos y estéticas. Generalmente tienen también un interés más fuerte en las personas antes que en las cosas". Otra socióloga, Sandra Losada, tercia en esta polémica sobre la diferenciación funcional o biológica entre hombres y mujeres. Considera que "más que una cuestión biológica, desde pequeños a los niños se les prepara para trabajos como la ingeniería y a las niñas se les prepara para otros en relación con temas sociales".

Las diez hojas redactadas por el extrabajador de Google también tienen su propia historia. El ingeniero explicó que sintió incomodidad para expresarse en otras reuniones con sus jefes de la compañía tecnológica y, tras la última de ellas, eso fue lo que ocasionó que se pusiera a redactar el documento "en un viaje a China de 12 horas". Quería ordenar sus pensamientos.

Una vez difundido el documento y conocido el despido, Google intervino inmediatamente para intentar cerrar la discusión sobre su tolerancia a las opiniones discrepantes. La primera en pronunciarse fue la vicepresidenta de Diversidad, Integridad y Gobernanza de la empresa, Danielle Brown, que defendió la diversidad y la inclusión como valores esenciales en el éxito empresarial y también reconoció que para crear un "entorno abierto e inclusivo" las personas con opiniones políticas diferentes deben sentirse seguras a la hora de expresarse. Sin embargo, poco después y en el mismo discurso, señaló que en el caso de la compañía tecnológica ésta "debe alinearse con los principios de contratación igualitaria", que se rigen a través de leyes y políticas antidiscriminatorias, además de un código de conducta interno. Una de cal y otra de arena.

Tras la publicación del manifiesto varios compañeros de Damore acudieron al departamento de recursos humanos e interpusieron una queja formal por "entorno laboral hostil". Entre los trabajadores, algunos manifestaron que no estaban de acuerdo con el texto pero que éste había sacado a la luz "asuntos importantes". Otros, en concreto varias mujeres, no acudieron al trabajo al día siguiente. Sundar Pichai, CEO de Google, también se vio obligado a intervenir en la polémica. En un comunicado, explica que ha considerado el despido como "la mejor opción" argumentando que el ingeniero ha violado el código de conducta de la compañía y perpetúa estereotipos de género dañinos en el lugar de trabajo. "Sugerir que un grupo de colegas tienen desventajas que les hacen biológicamente menos aptos para el puesto no está bien y es extremadamente ofensivo", sostiene Pichai. El comunicado del consejero delegado de Google también aclara que apoyan "firmemente la libertad de expresión y mucho de lo que iba en ese mensaje se puede debatir, aunque la mayoría de nosotros estamos en desacuerdo".

Pichai había organizado una reunión interna el pasado jueves para debatir sobre diversidad y la canceló a la última hora por temor de los empleados a manifestar abiertamente su opinión, así como a verse acosados en las redes sociales. Pese a sus proclamas de igualitarismo, el gigante tecnológico afronta una investigación sobre discriminación salarial por parte del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, que descubrió cómo de forma sistemática pagaba menos a las mujeres.