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La devoción a sant Roc identifica pueblos que sufrieron fuertes epidemias

Los pueblos en los que el patrón es san Roque -sant Roc- o se le tiene en ellos una especial devoción o simpatía nos remiten por lo general a que en algunos momentos de su historia sufrieron, o temeron, fuertes epidemias de peste o cólera, aclamándose a él para que cesaran los estragos como último y casi exclusivo remedio. En consecuencia, en aquellos lugares donde se creyó fue positiva la impetración al santo los pueblos hicieron votos o promesas de dedicarle patronazgo, instalarle capilla en su iglesia o celebrarle todos los años suntuosas fiestas.

En la farmacopea del calendario litúrgico de la Iglesia Católica - en la que hay santos y santas para cualquier mal- se ha tenido siempre a san Roque como el especial abogado y protector contra las epidemias. "Pues médico eres divino/ con prodigiosas señales / líbranos de peste y males/ Roque santo y peregrino", cantan sus populares Gozos.

San Roque es muy de los pueblos de la Corona de Aragón. Nos llegó su devoción en las oleadas evangelizadoras para sustituir la fe en Mahoma que tenían nuestros ancestros en estos territorios por la de Cristo. El santo nació en Montpellier cuando era nuestra. Rico lo dejó todo para atender a afectados por epidemias. Cayó él enfermo, y un perro y un ángel, dicen los legendarios, le curaron. Le valió de poco, pues creído espía fue encarcelado, muriendo en prisión. En la Biblia, el sino de los profetas acaban trágicamente mal.

Veamos por ejemplo el caso de Serra- el dato nos lo da Martínez Aloy- donde el aprecio por el santo sigue siendo notable. En el año 1701, la población quedó afectada por una epidemia de peste galopante en la que murieron las primeras autoridades y el médico, quedando descabezado el municipio. Como no cesara, acudieron al último recurso al que en tiempos de grave necesidad se tenía, el auxilio divino.

La noche del 15 de agosto, mientras Serra celebra la procesión de la Mare de Déu d´Agost y el cura no se entera, los clavarios acuden al templo y "roban al santo", se lo llevan a hurtadillas a una ermita cercana situada en lo alto de un cerro, desde donde a medianoche lo baja con todos los honores musicales y pirotécnicos, una preciosa estampa nocturna que les recomiendo contemplar. Los mayores llevan a sant Roc gran y los pequeños a sant Roc chicotet. Es una manera de seguir recordando y agradeciendo cuando el santo les ayudó a acabar con la trágica epidemia con la que abrieron el siglo XVIII.

Valencia ciudad tenía también su fe y devoción a san Roque, porque epidemias las tuvo y gordas. En casi todas las iglesias había una imagen del santo, por entonces aún Beato. En la del Convento del Carmen se le veneraba con especial devoción, gracias a que allí había un fraile de Montpellier. Un bando del Consell de la Ciutat fechado el 14 de agosto de 1589 mandó "por ser dicho Santo Abogado contra todo mal contagioso, y de Peste, se guardase su fiesta, en su dia 16: la qual se votó después por la ciudad en el año de la citada ultima peste de 1647", cuenta Orellana. Antes, el mismo Consell, el 3 de mayo de 1585, ya había mandado pintar una imagen del santo en la calle Escopetería, trabajo que hizo Lucas Bolaños, quien de su puño y letra extendió un recibo del cobro del dinero "per quodam retaule per me facto et posito in Scopeteria? imago Beati Rochi". Como lo taurino está en el ADN valenciano, con motivo de las fiestas a san Roque, la Ciudad ordenó también que "en obsequio de dicho Santo se celebrara publica corrida de toros".

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