Justo cuando aterrizo para pasar unos días, Letizia y los suyos huyen de la misma Mallorca en la que han recibido su ración anual de «flashes» estivales. Cada vez son menos, qué poco queda de los veranos de antes en los que la realidad de la familia era otra, bien distinta, al igual que la convivencia con la prensa. Hoy se habla más de la princesa del pueblo que de las infantas, y la hija de la Esteban suscita más inquietud que la heredera al trono. La sociedad ha madurado en algunas cosas, en otras, no.
La Familia Real ya se encuentra en paradero desconocido y sólo Mariano Rajoy sabe el dónde de un protocolo de seguridad para no ser descubiertos. Puede que el instragram, sea la amenaza más real contra esta incógnita, le pasa a muchas celebridades, una foto les pone, en contra de su voluntad, en el mapa de la globalización, porque los autógrafos ya no se llevan, la instantánea para fardar mató a la letra. En este sentido, el de la red social mundial, la realeza nacional nada a contracorriente, sus motivos tendrán. El último tuit de la Casa de S.M, el Rey es del lunes de la semana pasada y de instagram ni hablamos. Todo lo contrario que buena parte de los súbditos. Tantos que se deben a sus «followers» y a ellos dedican las poses, porque todos quieren salir en la foto y a falta de una portada de «Hola!», bueno es un selfie, cuánto daño hizo Ellen Degeneres con su celebre autofoto en los Oscar 2014... En mis días en la maravillosa isla poco o casi nada he visto de televisión, las bicicletas son para el verano, la tele convencional ya se sabe que no. Sólo he tenido ojos para la segunda pantalla, la del móvil. Allí las redes eran un auténtica eclosión de imágenes poco naturales con las que publicitar pequeños momentos de júbilo, a veces de verdad, a veces fingidos. De esta forma cubrimos, en mayor o menor medida, esa reciente necesidad de mostrar lo encantados que estamos en esos lugares que hemos escogido.
Para muestra mi botón o perfil. Me encontré con paisajes inmensos bañados de agua turquesa y compartí en mi perfil algunos trozos de belleza que habitan en la parte septentrional mallorquina. Todo lo contrario que Letizia, no lo pude evitar, un poquito de filtros y felicidad...
