Como bien conocen los buenos pedagogos, es necesario repetir una y otra vez aquellas ideas fundamentales que configuran nuestro mundo y nuestros valores, aunque de variadas formas. No hay que dar nada por supuesto. Sin embargo, no podemos olvidar que hoy día, con el multiculturalismo -que no se refiere solo al islam u otras culturas, basta con «las nuestras»-, el mundo tiende a reducirse porque solo leemos o escuchamos aquello con lo que empatizamos (da igual que sea cierto o falso: ¡la postverdad!). Y, por tanto, es posible que, incluso en una aldea global multienlazada, reduzcamos cada vez más la visión; e incluso, con cierta displicencia, despreciemos lo que no va con nosotros. Perdemos así una oportunidad de ampliar la mirada: una merma de cultura.

Lo anterior lleva fácilmente a dividir en dos la sociedad: los buenos, que son los míos; y los malos, que son los otros. Esta simplicidad, que es simplismo, conlleva una peligrosa deriva. Por ejemplo, en educación. Cuando el profesor está ideologizado, tiende, sin darse cuenta, a partir a los alumnos según un prejuicio maniqueo; y denunciar a quien presenta reservas u observaciones, más o menos intuitivas o razonadas, por el mero hecho de no coincidir con el rol del profesor como «adoctrinador». Suelo decir que, cuando estudié en la Facultad de Ciencias Biológicas, una parte significativa de lo que se nos enseñaba con total seguridad ha resultado posteriormente falso. Verdad es que, sin esa capacidad crítica que posee la misma fundamentación de la ciencia, que revisa continuamente sus postulados, no sería posible avanzar (y desmenuzar las falsedades). Pero afirmar que la ciencia tiene la última palabra, es mucho afirmar. No digamos si además se añade que tiene la única palabra posible, la única verdad posible, porque entonces sí que lo nuestro es estar en un marasmo existencial.

Me llamó la atención unas declaraciones de una novelista afamada, hace unas semanas. En la entrevista, con motivo de la presentación de su último libro, no dejaba de asombrarme la capacidad de decir majaderías con total aplomo. Entresaco algunas de ellas: «En el poliamor todas las partes implicadas conocen la situación y la consienten€, pero puede no tener nada que ver con el sexo» (habría que aclarar a qué se refiere con "poliamor"); otra: «Enamorado solo se está de una persona y como máximo tres años» (¿Cómo ha llegado a esta conclusión?); más: «Nosotros, genéticamente como especie, no estamos dotados para la monogamia, somos gorilas un poco más evolucionados» (pues los gorilas, que yo sepa, no ganan todavía premios literarios); más aún: «Puedes organizarte la semana con una persona diferente y sin pagar. Esta facilidad crea patologías€» (¡Y tanto!); y por último: «Quedar con un desconocido sin haberte metido algo es muy complicado» (entiendo que se refiere a alguna droga y a algo más que a "quedar"). En fin, sin comentarios.