En la preciosa sala de mosaicos, antigua cafetería de la Estación del Norte de València, y hasta el 10 de septiembre, está la exposición Encontres en l´Estació València-Nord, un espai de modernitat (1917-2017). Ningún habitante ni visitante de la ciudad se la debería perder porque, aunque ignora las turbulencias de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y de la Revolución Rusa que sacudían a Europa impactando también en estas costas mediterráneas -los retrasos en la construcción de la Estación, iniciada en 1906, tuvieron que ver no solo con limitaciones en el suministro de materiales (el hierro de la imponente marquesina) sino con importantes huelgas en el sector ferroviario-, ilustra muy bien el espectacular advenimiento de la modernidad con la llegada al centro de la ciudad de las enormes locomotoras de vapor. Un acontecimiento que Demetrio Ribes interpretó y glocalizó genialmente con el Modernismo valenciano que caracteriza la arquitectura de la Estación y de otras obras emblemáticas, como el Mercado de Colón de Francisco Mora.

Con la grata memoria de las casi 100 visitas institucionales provenientes de Colombia que me correspondió atender en los más de 20 años de trabajo en la Oficina de Acción Internacional de la UPV -incluidos los recorridos de contextualización por el centro histórico, hace unos días inicié en la exposición el recorrido con unas amigas que venían de Francia.

Y observando las maquetas, las vidrieras y piezas en cerámica y madera de la fachada y el interior, recordé el recorrido que, en 1998, había empezado en esa misma sala con la especial visita de dos arquitectos: Karen Rogers, entonces decana de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de los Andes, y Juan Luis Isaza, director del Centro de Investigaciones de la Facultad.

Karen es hoy decana en la Auburn University y Juan Luis, candidato al título de doctor en Composición Arquitectónica por la Politécnica de Madrid, es, desde abril de 2017, director de la Fundación Ferrocarril de Antioquia (FFA), después de haber sido director de Patrimonio en el Ministerio de Cultura durante seis años.

La FFA tiene su sede en la Estación Medellín construida entre 1907 y 1914, con diseño del ingeniero-arquitecto Enrique Olarte, inspirado en el Neoclasicismo francés. El modernismo que llegaba entonces también a Colombia y a toda América Latina y el Caribe y ascendía 1.495 metros a Medellín por una vía férrea colgada entre cimas y abismos de una de las cordilleras que rematan los Andes, venía de Francia. La mutua ignorancia y desprecio entre España y sus antiguas colonias duró 110 años en su expresión más dura y, pese a las iniciativas de Belisario Betancur y Felipe González, precursores de las cumbres iberoamericanas, y a sostenidas acciones de cooperación bilaterales e interinstitucionales, como la que desarrolla la UPV desde 1993, las distancias son aún enormes.

Pensando en el camino por recorrer en la aproximación de miradas inteligentes, comprensivas y útiles entre países y pueblos que hablamos la misma lengua -más de 600 millones de personas en todo el mundo-, me permito formular públicamente una propuesta a las universidades valencianas y colegios profesionales de arquitectos e ingenieros: Programar unas jornadas a llevarse a cabo antes de diciembre, sobre tres estaciones en Iberoamérica construidas en los albores del siglo XX y que tengan interés histórico, patrimonial, artístico y arquitectónico. Tenemos dos, la de València-Nord y la de Medellín; falta la tercera y la voluntad institucional de hacerlo. Estoy seguro que a Juan Luis le encantaría volver a València y el evento sería una excelente traca final en la celebración de los 100 años de nuestra maravillosa estación.