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Mimo en el tejado

El director del MIM de Sueca, Joan Santacreu, que ya se presenta cargado con una nueva edición del certamen, se pone colorado -un sonrojo que le clarea aún más la mirada- a medida que habla de sus bombonets, de los espectáculos del programa que más le emocionan. Se pone como la grana: un rubor de audacia. Como siempre, comparece el MIM, cuando el oropel picante del arroz maduro es un ensueño de graneros llenos y vacas gordas, pero no en la Montanyeta dels Sants sino, esta vez, en El Teular, hotel y restaurante para lo que gusten. Y sede oficiosa de la Junta rectora del parque de l´Albufera cuando se hayan de reunir en pleno (los servicios de barra y cocina van a cargo de cada cual).

Mi amigo Pepe Segarra, que dirigió el parque durante muchos años, es un tipo feliz e hipermétrope: atrapada en la cúpula de niebla de sus lentes, guardaba una ilusión casi juvenil: quiso convertir este teular en la sede del parque y lo ha conseguido como se logran las cosas en este bajo mundo: irónica, oblicuamente. No fueron las instituciones, sino la empresa privada. El teular fabricaba teules, tejas. Y ladrillos. El arquitecto Salvador Gil ha logrado su plena recuperación para usos alternativos, de placer y cultura. Se estrenó con el cóctel para la prensa mientras Josep Senseloni tocaba el violín con un cinco jotas.

El MIM de este año tendrá la música como referencia capital y, con ella, la danza, los payasos, los objetos poéticos y las marionetas. Dicen que el teatro debe acercarse a la calle, pero es mejor que se haga en ella. Es lo que quiere Santacreu: «No debes perderte el espectáculo del centenario de la revolución rusa», me dice. No me lo perderé. Eduardo Rojas me enseña el teular, su horno de galerías ojivales, tan apropiadas para exponer obra plástica (y para albergar una bodega). El encargado de la cochura refrescaba el horno con el aire de una acequia. Este teular cerró al comprarlo la competencia que también cerró porque su carcasa roja de arcillas cedía ante la potencia de los carbones minerales. No se hizo el hombre para la técnica, sino la técnica para el hombre.

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