Anda la cuenca atlántica revolucionada con los huracanes, tras unos años bastante tranquilos. Irma está haciendo estragos en las islas caribeñas y avanza hacia Florida; José se acerca a las Pequeñas Antillas y Katia toca tierra en México. Antes, Harvey dejó su huella en el estado de Texas. Aunque su amenaza es triple (lluvias, vientos y oleaje), los huracanes son conocidos por la potencia de sus vientos, consecuencia lógica de su enorme gradiente de presión y su tamaño relativamente pequeño en comparación con las borrascas de latitudes medias. Imaginen la inclinación de una calle: será mayor cuando más elevado sea el desnivel y menor el recorrido. Pues exactamente lo mismo. Por tanto, me viene como anillo al dedo para hablarles, un día más, de los vientos y su variación temporal. ¿Recuerdan el global stilling? Les refresco la memoria: es el descenso significativo de la velocidad del viento en superficie, detectado en numerosos países del mundo, incluida España. Los datos de los reanálisis lo confirman aunque con excepciones. La diferencia entre los promedios de 2000-2016 y de 1980-1999, muestra una tendencia descendente en la mayor parte de las tierras emergidas. Destaca en este sentido Europa y Australia pero algunas zonas rompen esa norma, si bien son variaciones menores, por debajo de 0'5 m/s. Donde los ascensos son más importantes es en la Antártida, hasta 1 m/s de promedio, lo que no casa muy bien con una hipótesis de calentamiento. Pero el global stilling se desvanece totalmente en los océanos donde predominan los ascensos. Sobresalen el Ártico, las latitudes tropicales y las ventosas del hemisferio austral. Sin embargo, esa tendencia no es muy clara en el Pacífico norte y tampoco en el Caribe y cuenca atlántica, ahora asediada por huracanes.