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Alfons García03

Las apariencias en À punt

Las apariencias cuentan. Sobre todo en política. Y, aunque a algunos les pese, À Punt (parece que así lo tenemos que escribir) es un organismo parido por políticos. Para lo bueno y para lo malo, como los casamientos. El comentario extendido en el mundillo periodístico valenciano estos últimos días es un mal aperitivo de lo que ha de venir. Especialmente cuando algunos (no solo el PP) están esperando a la nueva tele con ganas de destrozarla (verbalmente). Posiblemente para justificar sus errores previos en la vieja. Pero para qué regalar munición. «Es lo mismo que antes», es la frase lampedusiana que circula en diferentes versiones a raíz de la calificación de las memorias de los distintos candidatos para ocupar una decena de jefaturas. Sucede que todos los que fueron contratados provisionalmente (tres meses) por la directora de la sociedad, Empar Marco, para ayudarla a levantar el proyecto son los que mejor nota obtienen (con diferencia) ahora en sus memorias: Esperança Camps, Ernest Sorrentino, Albert Vicent y Elena Vilanova. ¿Quién iba a ofrecer mejor proyecto de contenidos, de programación o de informativos no diarios que quien ha estado en el diseño de la televisión y radio que quiere Marco? Parece de Perogrullo la respuesta. Pero sucede que las formas cuentan. Poco importa si la directora se ausenta de la comisión de baremación cuando se discute sobre estos nombres. El hecho es que su equipo (al completo) sale mejor parado que el resto de aspirantes de la calificación de las memorias. Y lo que queda es la valoración de la entrevista con los candidatos, la fase más subjetiva del proceso de selección. El final de la historia parece cantado.

Es natural que Marco quiera que el equipo de dirección de la nueva empresa pública sea de su total confianza. Nada que objetar. Nada pasaría si hubiera podido nombrarlo directamente. Pero sucede que la ley limita a tres su capacidad de nombramientos a dedo. No vale culpar ahora a Podemos, creador espiritual de la norma fundacional de À Punt. Ahora solo toca acatarla y no retorcer procedimientos para que el resultado agrade a los amos de la tele. Si no está pasando, la apariencia es que está sucediendo. El resultado final del proceso será el mejor veredicto.

Tampoco vale que Presidencia afirme ahora, ante críticas y sospechas, que ignora lo que ocurre en los despachos de Burjassot. À Punt (ayer sí valió para la foto del Consell casi en pleno) ha de ser un foco de información libre, pero en ningún sitio dice que ha de ser un espacio autogestionado y libre de controles aquel en el que el Consell deposita 55 millones anuales. El mismo Consell que no va a poder eliminar todos los barracones de los colegios esta legislatura, a pesar de las promesas.

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