Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mariposas de vida

Marta tuvo una y otra vez, toda la noche, un sueño repetitivo en el que decidía irse a Francia con su cuñada Carmen aprovechando que su marido, el marido de Marta, estaba enfrascado en unas probaturas de naturaleza literaria. Carmen había sido intervenida de un tumor en el pecho y después de la operación, se hundió en el légamo de la quimioterapia, tan pringoso, y abrió su corazón a una energía invisible y enfurecida: radioterapia le llaman. Luego le descubrieron un nódulo un poco más oscuro en un pulmón que también sufriría el minucioso interés del bisturí.

Pero Carmen, que tenía un humor imbatible, a prueba de percances y mudanzas, había quedado atrapada por una angustia fría, una desazón contra pronóstico y, soñó Marta, que las dos cuñadas se iban a Francia, a un lugar muy recomendado de la Borgoña, pongamos por caso, pues aunque se llamaba château de no sé qué, no pasaba de ser una masía no muy grande rodeado de cepas mimadas a modo de jardín. Sacaron el dinero de algún sitio y pensó Marta, la incitadora, que el programa terapéutico de masajes y pomadas no podía hacerle ningún daño dado que ya no lo tenía, al menos a la vista, y quizás un poco de atención le levantara el ánimo aún atrapado en un lugar de desaliento.

Cuando el doctor que dirigía la residencia llamó a Carmen y le dijo que las pruebas antiguas y las recientes acreditaban su completa curación, la paciente sufrió un desmayo que no era sino un soltar las riendas y entregarse a la calma que tanto había buscado. Marta se asustó y el doctor llevó a Carmen, con mucha delicadeza, a un cuarto sin luz y la tendió en una cama con sábanas negras. Sintió Marta, porque ver no podía, que el médico levantaba la sábana que cubría a Carmen y retorcía sus puntas, al tiempo que parecía cortar unos hilos con unas tijeras que siseaban en la oscuridad. Luego volvió la luz y Marta le preguntó al doctor qué había hecho. «He cortado los hilos -contestó- que sujetaban a las mariposas de la vida. Carmen ya no las necesita y han salido volando hacia algún lugar donde se las eche de menos».

Compartir el artículo

stats